Sufrir o no sufrir; ésa no es la cuestión

Activistas animalistas toman como criterio al sufrimiento, para decir que la explotación animal está mal porque causa sufrimiento, y esto lleva a gente a pensar que entonces nuestro deber es reducir o si es posible, eliminar el sufrimiento, relegando a segundo plano aquellos usos donde no hay evidencia palpable de sufrimientoalguno, incluso no considerando explotación animal aquellos usos donde parezca que los demás animales dan su consentimiento para ello.

Explotación significa utilizar a alguien con una mera herramienta o medio para beneficiarnos, independientemente de si se causa sufrimiento o placer en el otro. Claro, lo más frecuente es que se cause algún tipo de incomodidad, angustia o sentimiento de rechazo en un otro que se da cuenta que se está actuando en contra de su voluntad, pero no siempre el sujeto está en condiciones de percatarse de ello, por ejemplo si un otro se aprovecha de su inocencia y no emplea violencia explícita para ello.

¿Qué es el sufrimiento?

Hay emociones que nos son agradables o desagradables, por ejemplo el dolor emocional, el miedo, la ira; y por contraparte, alivio, euforia, alegría, etc. Los sentimientos derivan de las emociones; están íntimamente conectados, por ejemplo: amor, odio, sufrimiento, felicidad, etc.

No es lo mismo emociones y sentimientos, pero están relacionados, dado que los sentimientos proceden de las emociones [1]. Las emociones son reacciones al instante ante estímulos. Un sentimiento es algo derivado de una o más emociones; es un acto resultante de pensar (racional o irracionalmente) respecto a la evaluación subjetiva de las emociones. Entonces el sufrimiento es la manera de sentirse derivada de emociones desagradables.

Sufrimiento desde lo biológico y psicológico

Los seres sintientes tenemos una consciencia, es decir, una noción de individualidad, lo que se denomina en psicología el “Yo” [2]; es decir, la identidad. Los sujetos tenemos sintiencia y ésta está íntimamente relacionada con la consciencia, pero no es lo mismo. La sintiencia implica a la consciencia y viceversa. Sentir se refiere a sentir dolor, alegría, esperanza, enojo, miedo, desesperación, satisfacción o placer; y todo esto sucede a la par de que tenemos noción de que nuestra mente sabe que nos sucede a nosotros; es decir, somos autoconscientes. Por ejemplo, puedo sentir que alguien me toca el cabello (sensibilidad) y por lo tanto, estoy consciente de ello, y sé que es a mí a quien me están tocando el cabello. De forma inversa, puedo estar teniendo pensamientos sobre algún acontencimiento que se pueda dar en la realidad o poco probable (por ejemplo en los sueños), y ello me puede provocar emociones y sentimientos de acuerdo a cómo yo valoro esos pensamientos.

El sufrimiento es una de esas experiencias sensitivas que implica ser capaz de sentir. Es un mecanismo biológico psicológico que se deriva de situaciones donde por medio de ser conscientes de que algo nos preocupa por que nuestros intereses y voluntad de ven afectados, entonces nuestro cuerpo padece una incomodidad, una situación donde tenemos el deseo de que deje de sucedernos eso que nos desagrada porque nos afecta por ejemplo amenazando nuestra vida, libertad, bienestar, integridad física, etc.

El sufrimiento tiene una función reguladora en los seres sintientes, para proporcionarles un impulso para lograr objetivos en su vida. La teoría del sufrimiento de Scheler [3][4], aunque con sesgos antropocentristas y religiosos, proporciona interesantes argumentos a favor del sufrimiento como elemento esencial en la vida de los sujetos, respecto a que el sufrimiento representa que podemos sacrificar dicho malestar, en pos de objetivos superiores.

Aunque habría quienes crean que un objetivo superior sería meramente la felicidad, los objetivos superiores podemos entenderlos como proteger nuestros intereses y voluntad. El sufrimiento nos da indicativos de lo que debemos evitar si queremos salvaguardar nuestra vida, libertad, integridad física y bienestar, por mencionar algunos intereses fundamentales.

A diferencia de Scheler, sí considero que el sufrimiento es valioso para el “yo” o la identidad psicológica (y a su vez, ontológica, es decir, lo que determina al ser sintiente). El sufrimiento es un fenómeno que se dispara mediante la sintiencia y que repercute en la conciencia, ya que es el sujeto quien lo vivencia y le asigna un valor a dicha experiencia.

Un ejemplo ilustrativo de que somos capaces de aceptar un sufrimiento con el objetivo de proteger intereses fundamentales, lo menciona Gary L. Francione:

<<La capacidad de experimentar dolor y placer no es un fin en sí misma —el estar dotados de sensación es un medio para un fin: el de permanecer vivos—. Los seres dotados de sensación usan las sensaciones de dolor y de sufrimiento para huir de situaciones que amenazan sus vidas, y las sensaciones de placer para buscar situaciones que fomentan sus vidas. Lo mismo que los humanos soportan a menudo dolores irresistibles para permanecer vivos, los animales no sólo los soportan a menudo, sino que se infligen a sí mismos dolores insoportables con el objeto de vivir —como cuando se roen una garra que ha quedado atrapada en una trampa—. La capacidad de sensación es lo que la evolución ha producido para asegurar la supervivencia de ciertos organismos complejos. Negar que un ser que ha evolucionado hasta el punto de desarrollar la sensación no tenga interés alguno en permanecer vivo es algo absurdo.>> [5]

Hay muchos otros ejemplos de que podemos tolerar sufrimiento anteponiendo intereses básicos, por ejemplo alguien que acude a quimioterapia, lo hace a sabiendas que por un largo periodo de tiempo sufrirá. El sufrimiento sólo es un indicador de que alguno de nuestros intereses básicos está siendo vulnerado. Tiene una función adaptativa y evolutiva [6], por lo que no hay un sufrimiento innecesario desde el punto de vista biológico, sino lo que puede ser innecesario es aquel acto que nos lo causa sin ninguna justificación en nuestro beneficio.

Las emociones como la ira, la ansiedad y la tristeza, nos indican que algo puede andar mal en nuestra vida y nos empujan a actuar para buscar lo contrario, es decir, cubrir nuestros intereses que se vean afectados por cuestiones que desencadenan esas emociones, como puede ser la libertad, la integridad física y psicológica, el bienestar, tener dónde vivir, etc. Las emociones relacionadas con el placer, como la alegría, puede ser indicativo de que tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas, como el afecto, el placer sexual y la alimentación, mas no necesariamente que en realidad no estamos siendo vulnerados en alguno de nuestros derechos, ya que de eso precisamente se encarga el bienestarismo, de promover la satisfacción de nuestras necesidades básicas para camuflar que no tenemos por ejemplo libertad. Igual con las emociones relacionadas al sufrimiento, pueden no siempre estar relacionadas a un problema real, por ejemplo cuando se tiene alguna fobia o transtorno psicológico.

Los intereses básicos son intrínsecos al hecho de ser persona, es decir, innatos [7]. Desde el momento que tenemos sintiencia y por ende somos conscientes de nuestra individualidad o identidad, vamos desarrollando nuestra capacidad de tener intereses básicos, como la evidencia de que tenemos sensaciones tales como el placer y el estado de alarma (que son factores evolutivos que nos ayudan a sobrevivir) [8]. Entonces, decir que son intrínsecos significa que los tenemos desde que somos personas. Por ejemplo la voluntad; si ya cuenta con sensaciones que le permiten rechazar o aceptar situaciones, entonces está implícito en ello que tiene una voluntad, por lógica. Lo mismo sucede con la libertad, que va ligada a la voluntad, lo que sucede es que su noción se va ampliando conforme conocemos otros aspectos de la libertad, como la de desplazarnos a donde queramos.

¿Qué hay más allá del sufrimiento y el placer o disfrute?

Al ser sintiente no sólo le interesa sobrevivir, sino vivir bajo sus propios términos, por ello no se pueden encapsular sus preferencias o intereses en buscar placer y evitar sufrimiento, sino que se entiende que el sujeto pretende hacer algo con su vida sin ser engañado o coaccionado para servir a otros. El interés en vivir existe, lo que no quiere es vivir siendo dañado o explotado por otros; el interés en la integridad física y emocional existe, lo que no quiere es que dicha integridad se le vulnere para beneficio de otros; y así sucesivamente; el interés en el placer existe, pero no a expensas de ser engañado para ser utilizado.

Desde la filosofía moral (ética)

El bienestarismo es una ideología ligada directamente al utilitarismo (considerar que lo bueno o correcto es aquello útil para maximizar la felicidad para los implicados en un acto) el cual a su vez deriva del consecuencialismo (los actos son evaluados según sus consecuencias), y todo esto dentro de un marco de índole hedonista (la consecusión de la felicidad o el reducimiento del sufrimiento). Para el enfoque bienestarista, la felicidad es un criterio de juicio moral relacionado con lo correcto, y se ve al sufrimiento como algo intrínsecamente inmoral, aunque se toleren sufrimientos si luego de ello se conseguirá un denominado bien mayor para otros, al lograr una mayor felicidad que sufrimiento como objetivo, según los cálculos utilitaristas.

Las emociones y los sentimientos no pueden ser catalogados biológicamente [9] de buenos o malos, sino sólo de agradables o desagradables. Las emociones y sentimientos son valoradas subjetivamente, es decir, por el sujeto que las experimenta, por lo que no pueden tener por sí mismas una valoración, como si tuviésemos que desprendernos de la capacidad de tenerlas porque fuera algo malo tenerlas. De hecho es necesario que las tengamos para encontrar un rumbo en nuestra vida, no necesariamente haciendo una meditación o mediante un pensamiento abstracto, sino incluso en el inmediato con fines de supervivencia. Nos van dejando experiencias que posteriormente nos ayudan a detectar qué cosas nos favorecen y cuales nos perjudican.

El contraste entre aquello que nos es desagradable y lo que es agradable nos permite precisamente tomar elecciones. Pero estos sentimientos y emociones agradables o desagradables no son intereses fundamentales en sí, sino el “semáforo” que nos alerta de que nuestros intereses fundamentales son vulnerados o puede ser derivado de que no son vulnerados, que tenemos otras sensaciones como la plenitud, alegría, tranquilidad, y demás sensaciones que si bien pueden estar siendo camufladas por un engaño a nuestros sentidos o a nuestra conciencia mediante cubrir nuestro bienestar, podemos suponer que preferimos o deseamos ser vivir libres para nuestros propios propósitos porque eso lo relacionamos con un estatus de sensaciones que aceptamos, aunque no sea necesariamente la felicidad, como puede ser la tranquilidad o simplemente la sensación de libertad en sí misma. Incluso como se mencionó anteriormente, estaríamos dispuestos a soportar sufrimiento con tal de esas sensaciones que aunque no lleguen al nivel de felicidad, son intereses que en sí mismos nos importan, como el saber que tenemos una integridad física y emocional que nos permita desarrollarnos como individuos, un hábitat o lugar donde estar, la sensación de satisfacción por poseer el resultado de nuestro trabajo, etc.

Por otra parte, el sufrimiento no puede ser un criterio de inmoralidad, ni la felicidad de lo ético. ¿Si a alguien le causa alegría engañar a otras personas para beneficiarse, eso lo convierte en un acto correcto?, ¿si a alguien le gusta espiar a la gente, es decir, entrar en su intimidad sin su consentimiento y nadie más se da cuenta, es correcto? Y en contraparte, ¿el dolor durante la recuperación de una cirugía o por un tratamiento médico, hace a esa cirugía o a ese tratamiento médico algo inmoral?, ¿el causar sufrimiento a un atacante es inmoral o hay que ver cuál sufrimiento es más intenso?

Ni el sufrimiento ni el placer son éticos o antiéticos en sí mismos, sino que son el resultado de reacciones a estímulos o situaciones de nuestro entorno o generadas por nuestros pensamientos. Es decir, son cuestiones subjetivas, y la ética no se puede basar en la subjetividad.

Lo que se evalúan son las acciones de los agentes morales en relación a los deberes directos que se tienen con las personas y los indirectos con las cosas que les son útiles moralmente legítimas a las personas. No tiene sentido juzgar un acto meramente por si causó sufrimiento o placer independientemente de si vulneró derechos como la libertad o la vida, ya que eso sería no reconocer en los sujetos una dignidad, es decir, que no deban ser considerados meras herramientas para conseguir fines, como puedan ser los relacionados al bienestar o evitar el sufrimiento por el sufrimiento mismo.

Lo que hay que evitar son aquellos actos que vulneran los derechos morales de las personas, independientemente de si sucitan sufrimiento o placer en las personas. Es verdad que como se dijo anteriormente, pueden desenbocar en sufrimiento si el sujeto se percata de que sus intereses y voluntad son vulnerados, pero el evitar el sufrimiento no es una vía legítima moralmente para vulnerar los derechos de las personas, porque eso significa que se está camuflando o engañando para que no se pueda percatar de que está siendo explotado.

Las acciones pueden producir placer o sufrimiento, pero las emociones provocadas por las acciones no son el parámetro para deducir si son correctas o incorrectas, sino si se respetan los derechos fundamentales de los demás, como el ser libre viviendo para los propios intereses y voluntad del sujeto que pertenecen dichos derechos, es decir; las acciones se evalúan en torno a si hay un respeto por la dignidad de los sujetos.

Las acciones implican factores que se consideran buenos intrínsecamente. El que causen felicidad o no, no cambia su estatus [10], por ejemplo:

  • justicia;
  • los derechos morales;
  • las razones retrospectivas, como el comprometerse a algo legítimo, no sería correcto no cumplirlo.

¿El sufrimiento no importa?

Sí, causar un daño intencional a otra persona (humana o no humana) para obtener un beneficio de dicha persona, es un acto que va contra el interés en evitar el daño físico y emocional (bienestar); es explotación. Pero el sufrimiento no es un elemento imprescindible en cuanto a la explotación animal ni la esclavitud en sí.

Tenemos la obligación de no causar sufrimiento a otros adrede sin una buena justificación para ello (la defensa propia o salvaguardar la salud y vida de sujetos con su aprobación o si están a cargo nuestro, son justificaciones válidas), pero no por el sufrimiento en sí, sino porque al hacerlo por un beneficio externo al sujeto, es utilizarle; es instrumentalizarle.

No es una obligación moral evitar un sufrimiento producto de la cosificación del que no somos responsables ni tampoco es obligación moral reducir o eliminanr el sufrimiento infligido a sujetos para nuestro beneficio, y sí lo es no explotar ni esclavizar a nadie. Está bien ayudar a quienes sufren y evitarles dicho sufrimiento si así lo deseamos y podemos, pero no a costa de beneficiarnos abusando de nuestra posición de poder.

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