Según la definición de veganismo, en la cuestión práctica significa vivir sin explotar animales. Sin embargo, el veganismo es una cuestión ética – un principio -, por lo tanto no ser congruente con dicho principio anula que alguien pueda considerarse vegano, es decir, alguien que se opone a la explotación animal, ya que no basta con que no la practique dicha persona, sino que tampoco debe alentar a que otros sigan participando en ella, porque esto contradice el principio que dice seguir y el objetivo de dicho principio.
La meta es la emancipación de los animales no humanos, esto es, que ya no sean vistos como simples medios para obtener nuestros fines, por lo que esto va más allá de una cuestión meramente práctica, sino que involucra un cambio de mentalidad, un paradigma distinto. Por lo tanto, no bastaría con que un grupo representativo de gente se abstenga de usar animales no humanos por motivos distintos a considerarlos sujetos y no objetos (por ejemplo la salud, ecología o compasión), sino que para realmente reivindicar los Derechos Animales, y considerar dichos derechos como inalienables, es decir, no negociables, que no estén a expensas de nuestros intereses, es que debemos considerarlos personas y actuar acorde a ello. Si consideramos que solamente debemos respetar su derecho a no ser dañados física o emocionalmente, entonces estaremos dejando la puerta entre abierta para continuar explotándolos superponiendo nuestros intereses a los de ellos.
Si promueves campañas de «bienestar» animal, lo que estás haciendo no es defender a los animales no humanos, lo que estás haciendo es decirle a la gente que aún no es vegana, y que quizás pudiera estar dispuesta a asumir el veganismo si le llega el mensaje correcto; que efectivamente, a lo que te opones es a que sean dañados físicamente durante su explotación, que no te opones rotundamente a que sigan siendo usados, sino que negocias sus derechos, cediendo su dignidad como individuos a cambio de una regulación de su explotación, donde los intereses al entrar en conflicto con los de su poseedor, quedan subordinados. Dichas regulaciones en realidad son aplaudidas por los mismos explotadores, porque eficientan su negocio, aunque al inicio les genere un costo, en el mediano y largo plazo les son rentables por varias razones, entre ellas están; higiene, seguridad en el manejo del «producto» (es decir, los animales no humanos), y por supuesto, una vez cantada la «¡victoria!» por parte de grupos animalistas, su imagen mejora ante los consumidores.
En un artículo [1] una veterinaria menciona los beneficios para los explotadores de animales (no humanos) al aplicar medidas de bienestar animal. En dicho artículo se refiere a los beneficios para los ganaderos y que hay que interpretar las normas del bienestar animal sin exageraciones, para lograr equilibrar la productividad y la calidad de la vida de los animales.
Hay otra nota sobre cómo beneficia a la industria la aplicación de medidas de bienestar animal, donde se reconoce que debido a que la industria de la explotación animal de un país se vea en un marco legal entorno al bienestar animal, esto le da un valor agregado a dichos «productos» [2].
Así como podemos ver, realmente lo que se está haciendo, si te dices defensor de los animales, al promover campañas de bienestar animal, es ayudar a incrementar lo beneficios para los explotadores, tanto en productividad como en sus ventas, así que esto es totalmente contradictorio respecto a que estas medidas ayuden a lograr la abolición de la explotación de animales no humanos, y aunque hipotéticamente así fuera, eso no sería correcto, ya que estamos ponderando el fin por encima de los medios, los cuales en este caso, serían irrespetuosos con el valor moral de las víctimas.
Igualmente promover reducetarianismo es promover que se continúe explotando a unos a cambio de dejar de explotar a otros, esto nuevamente es utilitarismo puro y duro, donde no se consideran los derechos de los individuos, sino como meros medios para lograr un fin.
Esto va en contra del principio de igualdad el cual se refiere a que debemos respetar de igual manera los intereses de todos los seres sintientes, por lo que al promover nosotros como defensores de los animales, que simplemente se reduzca la participación en la explotación, no educa en que los derechos de los animales son inalienables, innegociables.
Quienes promueven esas campañas, en realidad lo que están diciendo es que no los consideran a los demás animales individuos o personas dignas de consideración moral a la par de los intereses humanos.
Es un mensaje que se puede traducir en «sólo son animales, no es para tanto, tómate tu tiempo», con lo cual posiblemente si se abstenga de usarlos para alimentación pero no habrá entendido el problema de fondo, no estará educado en el veganismo y los derechos animales, y su compromiso con la justicia hacia los animales no humanos será endeble.
¿Entonces los bienestaristas no son veganos?
El veganismo es un principio ético, y se deriva de reconocer a los demás animales como seres sintientes que tienen un valor inherente, es decir, que son personas no humanas con intereses, emociones y voluntad, y por ello no es correcto relacionarnos con ellos como si fueran objetos en lugar de sujetos. Como decía Leslie J. Cross, es un principio ético del cual se derivan ciertas prácticas, pero parte de ser un principio, no se limita a ciertas prácticas.
Si alguien evita comer, vestir o dejar algunos o incluso todos los usos animales posibles, eso no lo hace automáticamente vegano, sino que tendría que pensar también en los demás animales como personas no humanas con valor inherente y por tanto no avalar ni promover cuestiones que vayan en detrimento de la dignidad de dichas personas. Alguien podría dejar de usar animales porque cree que todo uso implica sufrimiento, cuestión que conlleva una connotación bienestarista, además de una concepción errónea de lo que es la explotación animal.
Tanto los bienestaristas como los veganos son animalistas, dado que tienen una preocupación por los demás animales, pero se diferencian en lo que detectan como el problema en nuestra relación para con los demás animales: los bienestaristas creen que el problema es el sufrimiento y asesinato aplicado a los demás animales; los veganos pensamos que el problema es la creencia y puesta en práctica de que los demás animales existen para satisfacer deseos humanos, independientemente de si existe sufrimiento evidente o muerte o no.
El bienestarismo es una postura contraria al veganismo, tal como la esclavitud es contraria a la libertad, entonces es un oxímoron decir que alguien que promueve o avala campañas bienestaristas o de meras prohibiciones, es vegano. El que su intención sea abolir la explotación animal usando ciertos métodos, no significa que se le pueda eximir de su responsabilidad de ser congruente con un principio ético como es el veganismo. El veganismo no es cuestión de meras intenciones, como no se es feminista, antirracista, anticlasista, no homofóbico o cualquier otra causa, solamente por intención, sino que se asumen ideas que forman parte de principios relacionados con la justicia, igualdad y respeto. Alguien pudiera decir que su intención al contar un chiste racista no fue ser racista o alguien pudiera decir que su intención no fue ser sexista al lanzar un comentario sexista a una persona que pasa por la calle, pero sus meras intenciones no son argumentos para excusar sus actos éticamente.
El que alguien no esté consciente plenamente de su inmoralidad, no lo hace adscribir a una causa contraria a su inmoralidad, eso es un absurdo. La mayoría de los no veganos no meditan acerca de sus actos especistas (y no veganismo en general) e incluso pudieran autoconvenserse de que respetan a los demás animales, y no por ello dejan de ser no veganos. Lo mismo pasa con alguien machista, racista, homofóbico, supremacista, etc. Precisamente en eso consisten los prejuicios, en que dichas actitudes están normalizadas y ni siquiera consideran que son incorrectas quienes las practican o asumen como ideas. Igual pasa con los bienestaristas que se asumen como veganos pero tienen ideas o acciones contrarias al veganismo; ellos creen que no hay contradicción alguna porque no ven incorrectas las campañas bienestaristas ni monotemáticas, pero de ahí no se sigue lógicamente que de todas formas sean veganos por sus intenciones.
Una cosa es que por accidente o por suceder algo que no estuvo en nuestras manos evitar, nos veamos inmiscuidos en acciones que otros cometieron contrarias al veganismo o a los Derechos Animales, como podría ser el caso de medicamentos, vacunas, daños al medio ambiente, etc; y otra distinta es realizar cosas que nosotros mismos avalamos o impulsamos que vayan en detrimento de la dignidad de los demás animales, es decir, contrarias al veganismo, como lo son las campañas bienestaristas y de prohibición.
Ser vegano implica asumir las ideas y acciones relacionadas al veganismo, como lo es rechazar y evitar participar en todo uso de animales en la medida que esté en nuestras manos evitarlo. Cualquier otra situación donde voluntariamente participemos y que vaya en contra de lo que se acaba de mencionar, deja de ser parte del veganismo y por tanto no se es vegano. Obviamente esta no es una condición perpetua, cualquiera puede enmendar sus errores y adscribir al principio ético del veganismo, siendo congruente con él.
En resumen, el bienestarismo es al veganismo como la esclavitud lo es a la libertad, son incompatibles, y por lo tanto, no se puede ser vegano y bienestarista al mismo tiempo, como no se puede ser liberador de esclavos y al mismo tiempo apoyar la esclavitud. Promover campañas bienestaristas y prohibicionistas (implícitamente son bienestaristas) es promover la esclavitud animal, no la emancipación animal.
¿Y quién defiende a los animales no humanos de los «defensores de los animales no humanos»?
Los activistas y ONG que promueven regulaciones a la explotación animal e incluso prohibiciones puntuales, no hacen más que perpetuar la idea de que no debemos usar animales no humanos de ciertas formas, sino de otras. Es verdad que el discurso pudiera ser referente a que no se usen de forma alguna, pero va en contradicción con sus acciones, ya que el mensaje implícito al priorizar la prohibición de aquellos usos que se consideren especialmente crueles y/o sobre especies más preciadas por los humanos, y obviamente las bienestaristas clásicas pugnan por usar de otras maneras a los animales no humanos.
En resumen: el bienestarismo clásico y el neobienestarismo son dos caras de la misma moneda (el aval a la explotación animal):
- el bienestarismo clásico nos dice que lo que está mal es el «maltrato animal«, que lo que debemos hacer es buscar reducir su sufrimiento, pero no dejar de usarlos. Que el problema es la forma;
- el neobienestarismo nos dice que debemos de dejar de usarlos de ciertas formas, que esas deben ser prohibidas gradualmente en orden de crueldad y por ende de la aversión que causen en la gente no vegana. Es decir, el problema básicamente sigue siendo la forma para el neobienestarismo;
- en ambos casos requieren mayormente el apoyo de gente no vegana, porque si dijesen que todo uso es igual de inmoral y que no tiene sentido oponerse a unas por su grado de crueldad y no a otras que se consideren menos crueles pero que son igualmente injustas, los no veganos no las apoyarían;
- ambas terminan favoreciendo a que se generen o persistan formas de explotación bajo «estándares de Bienestar Animal», por lo que ambas avalan el no veganismo, aunque algunos neobienestaristas tengan la intención de acabar con toda explotación animal.
Es verdad que tanto las campañas bienestaristas y neobienestaristas, incentivan medidas de bienestar animal; como puede ser que la industria reaccione ante las campañas de activismo educacional de los abolicionistas igualmente con medidas de bienestar animal, pero la gran diferencia es que éstas últimas no tienen el aval de quienes se identifican como defensores de los animales, por lo que ya no tienen ese factor a su favor, sino sólo el apoyo del resto de gente que aún no es vegana y la confusión acerca de lo que debiera ser el movimiento por los derechos animales iría diluyéndose haciendo ver la clara diferencia entre la postura bienestarista y la abolicionista; la diferencia entre ser cómplice de la «explotación feliz», y el pugnar por el derecho absoluto a no ser propiedad.
Por todas estas razones, aunque nos auto denominemos veganos, no seríamos congruentes con ello al promover que otros sigan participando en la explotación animal. No existe explotación parcial o medias explotaciones. Sólo existe explotación animal y veganismo, no hay tercera opción si decimos respetarlos.
Si realmente nos importan los demás animales, debemos difundir que son personas, que tienen intereses que deben ser respetados independientemente de los beneficios que obtengamos al usarlos y que solo podemos defenderlos siendo veganos, educándonos en el veganismo y los derechos animales, y educando a otros sobre estos temas.
Referencias:
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