El sexismo es un problema que aún en estos tiempos sigue vigente, pero en este espacio me enfocaré a lo que respecta a la relación de este prejuicio moral con la explotación de animales no humanos.
No ahondaré en cuestiones de sexismo, en cuanto a dichos problemas entre humanos, sino más bien cuestiono si aunque existen similitudes entre todas las formas de discriminación arbitrarias, se pueda decir que a los demás animales se les oprime según su sexo y si hay humanos «más opresores» que otros, frente a la vulnerabilidad de los animales no humanos.
Claro que hay puntos en común, no solo entre el sexismo y el especismo antropocéntrico y gradualista, sino entre cualquier otra discriminación arbitraria por la que son oprimidos individuos. Es obvio que en dichas opresiones existe un pensamiento relacionado a posicionarse moralmente por encima de otros individuos en base a criterios irrelevantes para la ética (sexo, color de piel, nacionalidad, especie, edad, capacidad, etcétera).
Lo que me ocupa en este ensayo es vislumbrar si realmente como algunas personas afirman, el sexo es un factor para oprimir a los demás animales, si realmente los demás animales son oprimidos por su sexo o si esto es un prejuicio que dificulta mostrar la verdadera causa de la opresión que ejercen los humanos que son especistas (noveganos) sobre los animales no humanos.
Sin duda el especismo es tan antiguo como la historia misma de la humanidad, ya que de no ser así no habrían existido humanos que explotaran animales desde los albores de la existencia humana. No existe o no he encontrado evidencia de que humanos que en base a su propio sexo, se hubieran abstenido de explotar de forma alguna a los demás animales en alguna etapa de la historia. Existe evidencia de que además de que el hombre fungía como cazador, también había mujeres cazadoras desde el paleolítico.
Por otra parte, yendo hacia la actualidad, los hábitos de consumo efectivamente sí arrojan algunas diferencias respecto a la alimentación, en lo que a la explotación animal se refiere, por ejemplo; los hombres suelen consumir más carne; y las mujeres consumen más lácteos, huevos y pescado.
No es incluso necesario un estudio para saber que hombres y mujeres que no son veganos, explotan de diversas maneras a animales nohumanos. Las formas podrán variar, algunos considerarán mejores o peores unos usos u otros, pero ningún humano que no sea vegano considera moralmente a los animales no humanos, aunque crea que unas explotaciones son peores que otras o que esté más justificado explotar de cierta forma a algunos animales en relación a como usa a otros. Además no existe evidencia de que se prefiera oprimir a unos animales no humanos en lugar de otros en función al sexo del individuo nohumano. Enfocar el problema en el consumo de carne (por ejemplo) como peor moralmente sobre otras formas de explotación, al hacer un paralelismo entre opresiones, es caer en el error del llamado «carnismo«.
Este «carnismo» es reducir todo el espectro del especismo, utilitarismo y relativismo moral implicados en la dominación de los humanos noveganos sobre los demás animales, a una cuestión de consumo de carne, fomentando implícitamente el vegetarianismo, el cual es una simple dieta que solo se opone al consumo de los cuerpos de los animales no humanos, pero no deja de ser una forma más de explotación animal, al no oponerse al uso para cualquier fin de animales no humanos, a verlos como simples recursos para un fin. ¿Qué tiene que ver o cómo atacamos mediante el «carnismo» cuestiones como tener perros guía, zooterapias, animales nohumanos usados como compañía (mascotismo), perros rescatistas, zoos, etcétera?
Si vamos a lo que la explotación industrial de animales no humanos hace, igualmente vemos que lo que varían son las formas, lo cual no significa que unos animales no humanos sean más respetados que otros o menos oprimidos que otros. Basarse en la violencia explícita ergo sufrimiento es no reconocer el valor inherente de los individuos no humanos independientemente de su sexo, sino caer en bienestarismo, en un utilitarismo donde lo que se condene es solo la cuestión del sufrimiento y no el uso como meras herramientas para un fin.
Tampoco podemos decir que un pollo macho sea más o menos considerado que un pollo hembra, aunque el primero sea asesinado apenas al poco tiempo de nacer por no serle útil a sus dueños, y la segunda sea explotada durante más tiempo para puesta de huevos y su posterior asesinato. Tampoco podríamos decir que un cerdo macho sea más ni menos oprimido porque se le castra en edad temprana para hacerlo más dócil, produzca más grasa corporal e incluso mejorar su sabor; frente a las cerdas que son usadas para gestar a más cerdos e igualmente terminar asesinadas para consumo humano.
Ponerse a discutir qué formas son peores que otras, en un marco de explotación animal donde lo relevante moralmente debe ser que se consideran objetos, recursos y propiedad a dichas personas no humanas, es absurdo realmente. Sería como considerar que los esclavos del siglo 19 destinados a servir en labores domésticas hayan sido menos oprimidos por el hecho de vivir junto a sus amos, respecto a los demás esclavos que trabajaban en minas, campos de azúcar o algodón.
Incluso hay quienes van más allá, y se atreven a señalar que los machos nohumanos son inmorales, dándole un enfoque como si sus actos fuesen imputables a los animales no humanos… Debemos recordar, que para que a un individuo sintiente se le pueda reclamar por sus actos, este debe ser capaz de responsabilizarse de sus actos, de tener control sobre sus impulsos morales, es decir, ser un agente moral. Los animales no humanos que son usados por los humanos, tanto macho como hembra, son igualmente víctimas, tanto el macho como la hembra son considerados simples recursos y propiedad de sus dueños, para los fines de este último. Ni al macho ni a la hembra no humanos se les pueden considerar agentes morales, debido a que no entienden por completo las implicaciones éticas de los actos a los que los humanos que los explotan les hacen participar ni pueden responsabilizarse de ellos ya que son pacientes morales. El macho nohumano usado para cría es utilizado como simple herramienta por su dueño, al igual que la hembra nohumana utilizada para gestar dichas crías.
Por otra parte, los paralelismos pueden servir como forma de crear empatía, mas no deben ser usados de forma utilitarista, para hacer ver que el problema es otro distinto al no veganismo, para el caso de la relación entre humanos y demás animales.
Si tenemos una preocupación sincera por la justicia hacia los demás animales, debemos informar correctamente, reconociendo su valor inherente y aplicando el principio de igualdad en nuestra relación con ellos.
A los demás animales se les explota porque no se les reconoce su valor inherente, porque no se les reconoce como personas no humanas, porque el humano tiene poderío sobre ellos sin que una parte significativa de la población se oponga, no por su sexo.
Referencias:
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