En un ensayo anterior expliqué por qué el valor inherente, valor moral o valor intrínseco (son sinónimos) es el punto medular por el que al no respetarlo deriva en la explotación animal, con las variantes de especismo como son el antropocéntrico y gradualista.
Este valor inherente se refiere a que es un valor que el mismo sujeto se da porque al contar con sistema nervioso activo, es decir, funcional, puede hacer valoraciones a través de dicho sistema nervioso que le permiten tener una concepción de sí mismo (autoconciencia), de que existe y que las cosas que le afectan a él, le están sucediendo a él y no a alguien o algo más, es decir, siente.
¿Qué es sentir? Sentir es tener percepciones a través de nuestras sensaciones que nos hacen preferir unas situaciones u otras. Sentir se relaciona con tener percepciones mentales de lo que nos sucede, estas percepciones pueden traducirse en deseos, emociones e intenciones.
Sensaciones son los estímulos derivados de lo que olemos, saboreamos, vemos, y tocamos. Es decir, se traduce en sensaciones físicas como el frío o el dolor. Las percepciones son la interpretación mental de esas sensaciones, la concepción que tenemos y la valoración de aquello que nos sucede debido a las sensaciones que hemos percibido mediante nuestros sentidos. La sensaciones son cuestiones fisiológicas, las percepciones son psicológicas.
Estas percepciones por supuesto son subjetivas, y con ello se quiere decir que sólo el individuo que las está teniendo sabe exactamente cómo las está interpretando, es difícil saber con exactitud por ejemplo, qué siente otro individuo cuando le sucede tal o cual situación, pero podemos deducir que los sujetos con capacidad de tener estas experiencias de percepciones individuales, derivan en al menos los siguientes intereses:
- continuar viviendo
- ser libres, tanto físicamente como el estar libre de cualquier dominación de otros sujetos, es decir, vivir para los propósitos que el mismo sujeto decida y no para los intereses de terceros
- evitar el daño a su cuerpo
- buscar situaciones agradables
- que el resultado de su trabajo o esfuerzo sea para sí mismos
- tener lugar donde resguardarse o desenvolverse de acuerdo a sus expectativas como individuo
Para tener estas percepciones de lo que nos sucede, no se requiere un proceso mental complejo, ya que lo único que se necesita es tener una estructura como el sistema nervioso o análogo (similar) para que la información que el sujeto recibe de su entorno sea procesada y convertida en interpretaciones de sensaciones (es decir, percepciones) como: miedo, expectativas (como continuar viviendo), sufrimiento, placer, amor, envidia, odio, empatía, compasión, alegría, sentirse seguro, sentirse en peligro, etc.
Yo no puedo saber exactamente cómo percibe su libertad otro humano, pero sé que si se le priva de su libertad física o se le somete de alguna manera, no será algo que vaya de acuerdo a sus expectativas, ya que no es una cosa, es un sujeto que desea vivir su vida en libertad, aunque yo no sepa con exactitud cómo él percibe esa libertad o ausencia de libertad.
Así mismo, aunque no sepamos qué se siente ser un perro, un chimpancé, un pez o una mosca, sabemos que si tienen una estructura como un sistema nervioso funcional, y además la evidencia científica nos ha demostrado que manifiestan sus intenciones de vivir en libertad, entonces puedo deducir que al estos ser sujetos y no objetos, son seres con capacidad de sentir.
Fundamentación filosófica
En el reino de los fines todo tiene o un precio o una dignidad.
Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente, en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.
[…] aquello que constituye la condición para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene meramente valor relativo o precio, sino un valor interno, esto es, dignidad.
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Para fundamentar la cuestión de la dignidad, habrá que ir partiendo desde el ser físico hacia la cuestión no física o intangible de dicho ser, para ir asociando esto a cuestiones relacionadas con la filosofía y finalmente la culminación en una cuestión de Filosofía moral o Ética.
La ontología es la parte de la filosofía que estudia la existencia de seres o entes y las relaciones de estos seres entre sí. Por ejemplo, si un ser existe, podría ser concreto, como una persona (humana o no humana) o algo abstracto como los pensamientos. Incluso la ontología busca la respuesta a como un ente abstracto como lo es la consciencia, se relaciona con un ente concreto, como es el cuerpo del ser que tiene consciencia. Esta consciencia, que es parte de una mente, lo tiene el ente debido a que cuente con la capacidad biológica de sentir (sintiencia).
Por medio del método científico podemos usar una ciencia por ejemplo la psicología, para poder comprender ciertos aspectos del ente abstracto que es la mente y la consciencia, como el hecho de que podemos valorarnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea. Sin embargo, sólo podemos estudiar los comportamientos y las reacciones fisiológicas derivadas de los procesos mentales, pero no acceder a las imágenes mentales en sí mismas.
Cuando queremos ir más allá de los aspectos físicos o tangibles, a encontrarles alguna explicación que por el método científico no podemos deducir, interviene la metafísica, que es otra rama de la filosofía que engloba dentro de sí a la ontología en cuestiones que la ontología tiene fuera de su ámbito. La metafísica es equivalente a la Filosofía de la mente donde se estudia si las acciones de los sujetos son provocadas por cuestiones fisico químicas del sistema nervioso; o por el contrario, existe algo llamado mente como algo intangible, que es lo que desencadena los procesos fisiológicos y las acciones de los sujetos.
Dado que no podemos acceder a las imágenes mentales como tal y que las experiencas mentales son intrínsecamente subjetivas, es decir, particulares de cada sujeto, entonces el cómo un sujeto valore su existencia es innaccesible e indescriptible y por tanto no medible. En pocas palabras, el ser o ente concreto (cuerpo) se puede valorar así mismo gracias a un ente abstracto (la mente y la autoconsciencia). De hecho, la consciencia genera una noción de un yo del ente físico dentro de sí misma, para aún en estados como el sueño, seguir valorando a la concepción mental que se tiene del sujeto mismo.
A esta autovaloración se le conoce dentro de la axiología, como valor intrínseco. La axiología es la rama de la filosofía que estudia lo relacionado a los valores como normas y como juicios de valor. Determina si algo tiene valor intrínseco o extrínseco, por ejemplo. Entonces, al tener la evidencia empírica (psicológica) de la autovaloración, y no poder ser esta calificada por externos (metafísica, Filosofía de la mente), entonces tenemos que el ser es un sujeto o persona, es decir, un ente que no sólo existe (cosa), sino que se identifica así mismo como sí mismo, es decir, cumple con el principio lógico y ontológico de identidad. Se cumple el axioma ontológico de que un ser es idéntico a sí mismo. En este caso, no sólo es idéntico a sí mismo físicamente, sino que se reconoce a sí mismo como sí mismo.
El valor inherente o intrínseco o moral al que hemos llegado deduciendo todos estos aspectos dentro de la ontología, psicología, filosofía de la mente, principio de identidad (ontológico-lógico, psicológico) y la axiología, ya nos lleva a implicaciones en la Ética, ya que esta rama de la filosofía, es intrínsecamente axiológica. El sujeto tiene intereses en sí mismo, además de los que pueda tener por cuestiones externas. Tiene voluntad sobre lo que se deba o no deba ejercer sobre sí y tiene emociones.
La deontología, que es la teoría de la moral sobre los deberes, nos indica que tenemos deberes directos para con quienes son fines en sí mismos, y no meros medios. Lo que se ha descrito párrafos anteriores, es que un ser que se autovalora, por ese hecho él mismo se considera un fin para sí mismo y no un mero medio para no ir en contra de esa autovaloración, otros sujetos en capacidad de hacerse responsables de sus propios actos, no deben relacionarse con dicho sujeto como si fuese un mero medio, sino siempre relacionarse con dicho sujeto como un fin en sí mismo, lo que implica no vulnerar sus intereses, emociones ni voluntad (derivado de tener autoconsciencia).
La dignidad es entonces el resultado de tener valor intrínseco, es poder autovalorarse y que dicha autovaloración no sea vulnerada. La dignidad es tener la calidad de sujeto, ser distinto a ser un mero objeto que sólo tiene valor extrínseco o instrumental por no poder autovalorarse. El respeto es no atentar contra la dignidad propia ni de los demás. Si uno va en contra de los propios intereses básicos, como el de vivir o la integridad física, se está yendo contra la dignidad propia. Y como ya se mencionó, los demás sujetos que tengan razonamiento moral suficiente para responder por sus actos, están obligados a no vulnerar la dignidad de ningún sujeto, aplicando el principio de igualdad, es decir, el respeto al valor inherente de los demás así como el nuestro debe ser respetado.
El consecuencialismo, que es una teoría sobre la moral que apela a que los actos deben ser juzgados en base a sus consecuencias, y que tiene su más difundido exponente en el utilitarismo, el cual pugna por que las acciones buenas son aquellas que traen mayor felicidad al mayor número o reducen el sufrimiento, no consideran a la dignidad de las personas como algo inviolable. Podrían por ejemplo vulnerar la dignidad de cualquiera si eso deducen les llevara a conseguir mayor felicidad para la mayoría, o que redujese el sufrimiento para la mayoría. También apelan a que podría vulnerarse la dignidad de alguien. De hecho ni siquiera contemplan que los sujetos tengan valor inherente en sí, sino que a lo que le otorgan valor es a la consecución de un «bien mayor» o de la felicidad a costa de lo que sea.
Si alguien no se percata de que está siendo usado como mero medio para los fines o deseos de otros (incluso aún apelando supuestamente a un bien para dicho sujeto usado), su dignidad está siendo vulnerada, dado que quienes realizan el acto de usarle como mero medio, están actuando sin el consentimiento libre e informado de dicho sujeto.
Confusiones
El aspecto más controversial es cuando se hace referencia a las plantas, para intentar decir que las plantas también sienten, es simplemente estar confundido en lo que significa el hecho de sentir, de ser un sujeto. Las plantas no cuentan con sistema nervioso funcional ni análogo, no existe evidencia científica que determine que pueden tener experiencias subjetivas como las mencionadas anteriormente. Una planta por ejemplo no puede desear o preferir ser libre, no tiene una psique, es decir, no tiene pensamientos de ningún tipo, no tiene un órgano que procese lo que sus receptores perciben para convertirlos en deseos, emociones e intenciones.
La gente suele confundirse por las reacciones ante estímulos que manifiestan las plantas, pero esto es explicado por medio del concepto de tropismo y de nastias, que son solo respuestas ante estímulos y se manifiestan en movimientos de las plantas ante estos estímulos. Estos se dan por la influencia en las células de la planta, y estas células se suelen acumular o desplazar hacia o en sentido contrario del estímulo. Similar pasa con los hongos y los virus. El que algo reaccione ante un estímulo no significa necesariamente que esté sintiendo, ya que el sentir se refiere a que es capaz un ser de procesar ese estímulo en deseos, emociones e intenciones, y estas solo pueden suceder si tiene una estructura como el sistema nervioso o análogo.
Conclusión
Sólo existen dos categorías respecto a lo que existe en el universo: las personas y las cosas. Si estamos de acuerdo en que los demás animales no son cosas, entonces tendríamos que aceptar que son personas.
Dentro de la evidencia científica también podemos determinar que los demás animales tienen interés en lo que les sucede a sí mismos, que tienen preferencias sobre las situaciones, que tienen intenciones y emociones. Se cae en la contradicción de negarles su subjetividad (experiencias sensitivas y perceptivas propias), mientras en algunos casos se les explota por su capacidades cognitivas relacionadas a la inteligencia y la memoria, como su capacidad de aprender. La única cuestion que se requiere es tener una consciencia de uno mismo, y eso se refiere a tener sensaciones y percepciones, y no ninguna otra cosa en ningún nivel determinado. Usando la lógica, llegamos a conclusiones éticas como las que se explicaron en el apartado de «Fundamentación filosófica» dentro de este ensayo.
Entonces, la dignidad va ligada al hecho de ser persona, al hecho de sentir. Un sujeto se percibe como tal, sabe que existe y sabe que le suceden cosas y hace valoraciones de esas cosas. Es alguien. Usarle sin tomar en cuenta su voluntad o aprovecharse de su falta de razonamiento moral, es dañar su dignidad, es decir, es pasar por encima de sus intereses básicos o fundamentales al relacionarse con ese sujeto como si fuese un algo, un objeto.
La dignidad es algo que solo las personas poseemos. Las plantas, el agua, los minerales, el aire, la tierra y demás recursos naturales, no poseen dignidad, sólo tienen un valor de utilidad que las personas les asignemos.
Así como el color de piel o etnia, el sexo, preferencia sexual, edad, capacidad física o intelectual o cualquier otro criterio irrelevante éticamente, no son razón para esclavizar a humanos; así mismo el que los demás animales no sean taxonómicamente humanos, no implica que esto nos de autoridad moral para violar su dignidad como individuos, ya que la esclavitud es quitar la dignidad al otro, convirtiéndolo en un medio para satisfacer nuestras necesidades o caprichos, como si ese otro no tuviera sus propias expectativas de vida, como si existiese con la finalidad de servirnos en contra de su voluntad, y los demás animales no tienen interés en hacerlo de manera intrínseca.
Si decimos que estamos en favor de la justicia, no cometamos actos injustos, y el dañar la dignidad o valor inherente de otras personas, independientemente de la especie, es cometer una injusticia.
Referencias:
[1] Immanuel Kant p. 48. Fundamentación de la metafísica de las costumbres
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