El consumo de carne de animales no humanos es solo una de las «N» formas en que los demás animales pueden ser utilizados por el humano, debido a la mentalidad especista.
Usar animales para consumir su carne no es éticamente más incorrecto que usarlos de cualquier otra forma, ya que cualquier forma de uso de los demás animales como medios para satisfacer cuestiones ajenas a ellos mismos, es ir en contra de la dignidad misma de los propios sujetos no humanos. Al dogma de que comer carne es resultado de un sistema de creencias «invisible» que hace que la gente coma carne, lo denominó Melanie Joy como «carnismo«. Esto es absurdo. Si es algo que la gente cree, no es entonces invisible, sino que está normalizado, además apelar a que el problema es el «carnismo» no atacaría el problema de raíz, que es el no reconocimiento del valor inherente de los demás animales.
Por ejemplo, el canibalismo no es moralmente más condenable que decir mentiras, robar o hacer que niños trabajen; porque en todas esas situaciones se está utilizando a sujetos en contra de su voluntad para satisfacer los intereses de terceros, yendo esto en detrimento de su valor moral o dignidad.
Este tipo de explotación o uso se ve con mayor indignación porque implica comúnmente sufrimiento y muerte, pero ni el sufrimiento ni la muerte son en sí mismos lo que hacen inmoral a la explotación o uso de animales. Esta creencia de que la explotación es incorrecta debido al sufrimiento, se debe a que la sociedad está impregnada de la corriente filosófica llamada utilitarismo, donde se cree que las acciones son buenas o malas dependiendo de si sus consecuencias provocan sufrimiento o felicidad.
Este utilitarismo se refiere a no reconocer en los sujetos un valor en sí mismos, sino en base a procurar mayores beneficios o para su bienestar (percepción de sentirse o estar bien mental y físicamente). Es lo que en el animalismo se conoce como bienestarismo, donde la preocupación no es si los demás animales están siendo esclavizados, sino si tienen bienestar.
La explotación animal, puntualmente, implica abusar del poderío humano para dominar a los demás animales, ya sea mediante el engaño o mediante el uso de la fuerza, para poder obtener beneficios de los demás animales. Eso es lo moralmente condenable, el mero hecho de imponer la voluntad de los humanos en capacidad de hacerse responsables de sus actos (agentes morales), sobre la voluntad de los demás animales, quienes son sujetos con sus propias expectativas, sus propios deseos, que como sujetos o personas no humanas que son, tienen derechos morales, es decir, derechos que les corresponden por el mero hecho de ser personas, de poder valorar su propio ser, y lo que les sucede, en pocas palabras; ser autónomos.
Aún suponiendo que se dejaran de matar animales para obtener su carne, pugnar por esto solo prolongaría más su situación de esclavos, y avalar su uso en formas supuestamente «humanitarias» solo reafirma la creencia de que existen para ser utilizados, contrario a lo que los partidarios del bienestarismo alegan, sobre que el dejar de asesinarlos acercaría hacia su «liberación».
Por lo anterior es que proyectos como la carne «in vitro» o carne «limpia» en lugar de ayudar a acercar a la abolición de la explotación animal institucionalizada, coadyuva al reforzamiento de la mentalidad no vegana de que la carne de animales es necesaria y que los demás animales son mercancías, productos, objetos, propiedades de los humanos, quienes pueden disponer de dichos animales no humanos a su antojo, solo procurando disminuir las posibilidades de que sufran.
El enfocar el problema moralmente en la carne, porque implica sufrimiento, conlleva explícitamente hacia el vegetarianismo, que es simplemente una dieta que sigue considerando a los demás animales como meros medios para los fines humanos, y avala explotarlos en cualquier forma que no implique consumir su carne.
Existe gente que lleva años o prácticamente toda su vida siendo vegetarianos y creyendo que son defensores de los animales, por lo que ni siquiera consideran hacerse veganos, porque siguen pensando que con no consumir sus cuerpos hacen algo bueno por los demás animales; eso en algunos casos, en otros ni siquiera son los animales la preocupación de quien practica el vegetarianismo, sino cuestiones como la salud y la ecología.
Quien luego de ser vegetariano se haya hecho vegano, no implica que ese factor lo hizo hacerse vegano, sino la información o algún otro factor posterior que lo hizo hacer la conexión con la empatía hacia los demás animales para no usarlos de forma alguna. Es decir, haber sido vegetariano fue más una confusión, una cuestión anecdótica derivada de la desinformación, y no la causa de hacerse vegano.
Por supuesto que provocar un sufrimiento y muerte sin una justificación razonable (como puede ser la defensa propia ante un ataque), es inmoral, es ir contra el interés de evitar el daño y de continuar viviendo, pero pugnar por evitar su sufrimiento y muerte bajo situación de esclavitud, es avalar que esos sujetos sean mancillados en su dignidad como sujetos, y no solo ellos sino que se sigan trayendo más al mundo con el mismo fin eternamente.
Se puede alegar desde el lado bienestarista que no tenemos otra opción más que pedir que se reduzca o elimine el sufrimiento y que se evite su asesinato, pero esto es falso. Sí existe otra opción, y esa es ser veganos y difundir veganismo. Esto iría gradualmente terminando con esta y todas las formas de explotación de raíz, es decir, eliminando la demanda y todo uso en base a que la gente no solo se oponga al consumo de carne o a aquellos usos que impliquen sufrimiento o muerte, sino a la creencia misma de que podemos disponer de los demás animales como si fuesen seres sin conciencia ni valoraran su propia existencia.
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