Desde René Descartes[1], que se consideró a los demás animales dentro de la categoría moral de cosas (como máquinas), para luego pasar por Jeremy Bentham [1] que pugnó porque los demás animales solo les interesa su bienestar, y Peter Singer con su obra «Liberación animal» [2] donde pugna por la igual consideración – sin embargo admite que los demás animales sigan siendo usados siempre que se evite su sufrimiento -; los demás animales han sido en la práctica utilizados como si no fuesen personas, sino cosas.
Hay que recordar que en el pasado incluso hubo quienes justificaron la esclavitud humana, como fue el caso del filósofo Aristóteles [3], y dichos esclavos pasaron igualmente por una escala arbitraria de valor asignada por quienes se autodenominaron superiores a ellos.
En el ámbito de la ética, solo se puede ser persona o cosa, no existe un limbo en medio donde podamos colocar a nadie ni nada.
Persona es aquel que sabe de su propia existencia, que sabe que algo le sucede así mismo y hace valoraciones sobre ello, es decir, se da un valor así mismo, por eso se dice que tiene un valor intrínseco, un valor que la propia persona le da a su vida y lo que afecta a dicha vida.
Legalmente los animales que no son humanos son considerados bienes semovientes en la mayor parte del mundo, aunque en algunos países a los animales no humanos que se les reconocen características similares a las humanas son considerados legalmente personas, dichas reformas han sido basadas por la teoría de las mentes similares [4], es decir, basados en cuestiones cognitivas que se asemejen a la humana y no basados exclusivamente en la capacidad de sentir.
Esta teoría tiene un evidente sesgo antropocentrista, al poner al humano como el punto de referencia para decidir si merecen respeto los demás animales o no, lo cual puede entenderse de alguna manera ya que nosotros sabemos lo que es sentir, sin embargo, ni todos los humanos tenemos las mismas capacidades cognitivas y dado que el cómo uno valore lo que le sucede es algo individual, es decir, un sujeto no sabe exactamente qué se siente ser otro sujeto distinto a él, así fuere de su misma especie, sexo, edad, color de piel, etc; no se sigue lógicamente que tomemos como criterio ser humanos para reconocer en otros una identidad o personalidad.
El principio de igualdad que debemos aplicar no se refiere a que si ellos tengan o no exactamente la misma visión del mundo que nosotros como humanos, sino a que tienen intereses relevantes para sí mismos, y así como por ejemplo a nosotros nos interesa continuar existiendo de forma libre, así debemos de respetar dicho interés en otros sujetos, ya sean o no de nuestra misma especie, raza o sexo, por el hecho de que son también personas.
Legalmente los demás animales son propiedad, es decir, objetos de derecho, en tanto son considerados bienes para uso de los sujetos de derecho, que son los humanos propietarios de los mismos. Sus dueños que son los humanos, tanto individualmente como en grupo (estados, organizaciones, etc), pueden usarlos bajo ciertas normativas dependiendo de cada legislación, aunque hay cuestiones comunes, como evitar causar un daño que los humanos consideren innecesario, y por innecesario se suele entender que:
- no sea por una diversión que no se base en tradiciones o cultura
- que su daño sea considerado excesivo respecto al daño intrínsecamente necesario para usarle, como en los mataderos, que se busca quitarles la vida de la forma más rápida posible
- que el daño no vaya en detrimento del valor como producto o servicio que se le ha sido asignado al animal no humano (como mercancía dañada o servicio de menor calidad)
En general se basan en el concepto bienestar animal, que es una manera de tener tranquila a la gente no vegana respecto al tratamiento que se aplica a los demás animales mientras son esclavizados. Es decir, lo que se busca es apelar al sentimiento que la gente tiene hacia la mayoría de los demás animales, a los cuales si ve sufrir de manera evidente, les surge un sentimiento de culpabilidad. En su interior la gente siente que ahí está sucediendo algo injusto, y como lo que ante sus ojos es más evidente, es que se les está causando daño físico o muerte, y por lo tanto, se dan cuenta que no son precisamente cosas los seres que están siendo esclavizados, pero por el sesgo antropocentrista, tampoco les reconocen como personas, sino como entes que sufren, como seres que están destinados a servir a los humanos de diferentes formas pero que lo que les debemos es preservar en la medida posible su bienestar mientras se le utiliza en beneficio de los humanos como simples medios para dicho fin.
Se parte del prejuicio especista, y más específicamente del antropocentrismo, del cual se desprende a su vez un especismo de preferencias bajo el cual se le va generando una jerarquía de cada especie de animales no humanos, según criterios humanos basados en la utilidad que los humanos encuentran en los demás animales.
Aquí es donde se mezcla dicho prejuicio especista con el utilitarismo tan arraigado en la sociedad, donde la finalidad es alcanzar el bienestar y no el respetar a otros sujetos, pero además es que ni siquiera se considera sujetos o personas a los demás animales, sino propiedades.
Se cae en una doble moral utilitarista, ya que a pesar que dicha corriente no reconoce la cuestión de los derechos de los sujetos, sino solo ir en busca de un bien mayor (la felicidad), y que cada cual solo le importa ser feliz sin considerar si está siendo usado sin su consentimiento libre e informado; en la práctica no difunden ni aplican que eso se haga con humanos validando la esclavitud humana o violaciones humanitarias; caen en una hipocresía especista permitiendo cosas que aunque injustas tanto en humanos como en animales no humanos, las avalan en animales no humanos porque saben que hay menos oposición a ello.
Gary Francione habla de un término controvertido sobre el pensamiento dividido («esquizofrenia moral») [5], respecto a considerar cruel usos sobre ciertos animales mientras se es participe de usos de animales en otras formas y con otros animales. Caso de quienes cuestionan el maltrato animal mientras siguen comiendo, vistiendo y usando animales en otras tantas formas.
Considero que dichas contradicciones van más allá de ese ejemplo, ya que el especismo como todo prejuicio, adormece el buen juicio de los individuos, y hace que cosas que si se pensase razonablemente nos parecerían evidentes, pero estando dentro del letargo de un prejuicio tan arraigado y reforzado como es el antropocentrismo, no es siempre sencillo darse cuenta uno mismo de ello sin ayuda de información, evidencias y reflexión seria sobre el tema.
Me refiero en el párrafo anterior a contradicciones como:
- experimentar con animales no humanos, alegando que se justifica debido a que comparten características fisiológicas y algunas cognitivas con nosotros, mientras por otro lado se dice que como no son como nosotros, entonces es válido usarles por no ser humanos
- decir que no hay que antropomorfizar a los demás animales porque decir que tienen deseos o preferencias, emociones y voluntad, sería otorgarles características propias de un humano, sin embargo, se les asignan mediante el sometimiento o engaño trabajos que usualmente corresponderían a un humano adulto (agente moral), para servir al humano, caso de perros policía, rescatistas, para terapias, para diversión, etc
- apelar a que los demás animales no pueden tener obligaciones, y por lo tanto no pueden tener derechos, pero por otra parte endosarles la obligación de servir a los humanos de diversas formas
- no reconocer a los demás animales como personas no humanas, pero tampoco considerarles cosas realmente en la sociedad. Ejemplo de esto es que se pide castigo a actos considerados de crueldad hacia los animales «por compasión», mientras se es participe de estar utilizando a esos u otros animales como si fuesen cosas, como si no tuviesen voluntad, emociones ni intereses sobre lo que les sucede a ellos mismos como sujetos.
Se ve a los demás animales como en un limbo entre persona y cosa, no se quiere reconocer que son personas porque eso causaría un mayor conflicto para poder utilizarles, pero tampoco se les ve realmente como cosas porque se sabe que ellos no quieren sufrir, intentan huir de lo que les afecta, buscan afecto y dan signos de empatía, amistad y de querer vivir su vida como ellos mismos quieren, pero todo esto es acallado por el prejuicio especista del antropocentrismo, por irreflexión, porque es tal la vorágine de la sociedad que nos bombardea con mensajes antropocentristas a todo momento, que es difícil pararse a reflexionar sobre la moralidad de los actos respecto a nuestra relación con los demás animales, excepto si nos llega información con argumentos sólidos y evidencias, y esto nos llega de una manera tal que nos motiva a salir del letargo, a ser congruentes con lo que sentimos respecto a rechazar la injusticia, incluso aquella que nos beneficia.
La gente sabe que un perro, gato, vaca, gallina, pez, caracol, mariposa, etc; no son lo mismo que una piedra o que un trozo de madera o de metal. La gente sabe que las cosas no sienten, pero que los demás animales sí (cuando menos les reconocen que sufren), por lo que solo necesitan una guía, información que los motive a reflexionar para salirse de ese adoctrinamiento especista y dar el primer gran paso hacia la defensa coherente de los Derechos Animales, que es ser vegano.
Referencias:
- https://mexico.leyderecho.org/bien-semoviente
- http://universojus.com/definicion/bienes-semovientes
- https://www.lavanguardia.com/natural/opinion-analisis/20141016/54417997998/personas-no-humanas.html
- http://www.filosofia.org/cla/per/1954veg7.htm [1]
- Liberación animal. – Peter Singer [2]
- http://www.filosofia.org/cla/ari/azc03021.htm [3]
- https://www.abolitionistapproach.com/media/pdf/nuestra-hipocresia.pdf (Abolición, no regulación no apoya al sitio web anima.org.ar) [4]
- Introducción a los Derechos Animales. – Gary L. Francione [5]
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