Desde el utilitarismo (corriente filosófico moral que califica de correctas aquellas acciones útiles para el mayor placer posible), que en el animalismo tiene su aplicación en el bienestarismo o como en el último tiempo se ha camuflado bajo la acepción de «sensocentrismo«, se apela a que hay que ir a ayudar a los demás animales para reducir el sufrimiento (utilitarismo negativo) derivado de los actos violentos (en términos de daño físico) entre animales no humanos.
Esta supuesta ayuda consiste en ir en busca de animales no humanos para intervenir en sus vidas domesticándolos para cumplir la meta de reducir el sufrimiento.
Se alega como en el caso de las adopciones de animales que han sido domesticados para vivir con el humano, que es nuestro deber liberarlos del sufrimiento y por ello cuidarlos los humanos y esterilizarlos para reducir el sufrimiento.
Por ejemplo, adopciones de sujetos pacientes morales (humanos y no humanos) son justificables éticamente no por evitar el sufrimiento, sino porque algunos de esos sujetos pudieran no valerse por sí mismos para sobrevivir (por un alto grado de domesticación y esta fuere irreversible), pero también para rescatarlos de una situación de explotación u otra violencia que estén en ese momento siendo víctimas, con o sin sufrimiento, o porque estén heridos o enfermos (esta adopción podría ser temporal hasta que se pueda valer por sí mismo el sujeto).
El que otros estén sufriendo no nos confiere un deber en eliminar su sufrimiento por los medios que sean ni sin tomar en cuenta el porqué de dicho sufrimiento. Los agentes morales de lo que tenemos el deber absoluto para con los demás sujetos, es de respetar su valor inherente, es decir, estamos obligados a no cosificarlos (tratarlos como si fuesen cosas). Es una obligación porque respetar a otros no es condicional, ya que se deriva de principios lógicos, por tanto universales, como el de identidad, que traducido a palabras coloquiales, se representa por la dignidad. Tendríamos además una responsabilidad directa y por tanto deber absoluto en reparar en lo que esté en nuestras manos aquel daño que nosotros hayamos provocado directamente sobre otros sujetos, y de procurar el bienestar de aquellos pacientes morales que estén bajo nuestra tutela, esto sin caer en explotación de dichos sujetos.
Hablar de reducir el sufrimiento así como tal, no es decir nada sobre su validez ética, por ejemplo, podríamos alcanzar dicha meta exterminando a los sujetos que causen más problemas al planeta, entre los cuales se encuentra el ser humano, entonces bajo este mandato de eliminar o reducir el sufrimiento, se tendría que asesinar a todos los humanos porque somos una «especie» que causa mucho sufrimiento en el planeta. Si eliminar el sufrimiento fuese un criterio ético, entonces habría que asesinar a quienes padecen una enfermedad crónico degenerativa o pacientes en etapa terminal. Si eliminar el sufrimiento fuese un objetivo dentro de la ética, entonces sería justificable esterilizar aún y en contra de su voluntad a todo humano que pueda heredar a su progenie enfermedades. Por mencionar algunas atrocidades que derivarían de aceptar la reducción de sufrimiento en sí mismo como un criterio que justifique acciones.
Claro, los utilitaristas podrían alegar que realizar algunas de estas cosas podrían causar más sufrimiento porque la gente tendría miedo, es decir, si la mayoría de la gente estuviese de acuerdo con medidas como esas, no lo verían inmoral. Bajo ese argumento, entonces si la mayoría se sintiera mejor con asesinatos o violaciones «humanitarias», los utilitaristas no tendrían objeción, haciendo un cálculo siempre de si dicha acción causa más felicidad que sufrimiento, cayendo además en un Ad populum dependiendo de cómo considere la mayoría una acción, y no de calificar una acción como inmoral o ética de acuerdo a la razón buscando una verdad moral.
Pues todo esto lo han trasladado hacia el ámbito animalista, bajo la denominación de sensocentrismo (consecuencialistas animalistas en realidad), que como se mencionó al inicio, no es más que el bienestarismo disfrazado de pseudociencia.
Ya tiene tiempo en que plantean ir a intervenir en la vida de los demás animales que viven en ambiente silvestre. Eso dicho así no tendría nada de malo si fuese para realmente ayudar a los demás animales, como en el caso de incendios u otras catástrofes, incluso auxiliar médicamente a quienes lo requieran. Hasta ahí es un mero acto solidario, lo incorrecto es decir que es nuestra obligación reducir cualquier sufrimiento que ahí se de y que se pretenda ponderar las vidas de unos por sobre las de otros (presas por sobre depredadores, por ejemplo).
La iniciativa por ayudar a los demás animales se vuelve inmoral sólo en el momento en que se comienza a meter cuestiones como que hay que «reeducar» a los animales no humanos que cazan a otros para sobrevivir y en caso que estos no se «reeduquen» sean exterminados. Ponderar la vida de unos animales no humanos frente a la de otros en función de si causan sufrimiento, es ir en contra el principio de igualdad y del valor inherente mismo de los sujetos que son considerados como plagas, por ser causantes de sufrimiento. Los están considerando meros medios para los fines de otros, vulnerando el derecho absoluto a no ser propiedad.
No se puede imputar a un paciente moral la fuerza o agresividad que ejerza contra otros sujetos, es decir ese sujeto no es inmoral por intentar sobrevivir como pueda, ya que no tiene razonamiento moral suficiente ni control sobre sus impulsos morales para que pueda responder por sus actos. El que se dañen entre animales no humanos no justifica domesticarlos ni extinguirlos para que veamos que hay menos sufrimiento.
Seguir buscando intervenir en las vidas de los demás animales en pos del dogma de reducir el sufrimiento, es seguir dominándolos injustificadamente, es seguir explotándolos porque no se les deja ser emancipados a costa de usarlos para reducir o eliminar sufrimiento, y precisamente el veganismo tiene como objetivo el fin de la dominación humana sobre los demás animales.
El veganismo va de respetar el valor inherente de las personas no humanas, es decir, no explotarlas; y los Derechos Animales de no dañar su integridad física ni sus hábitats ni su bienestar. El veganismo y los Derechos Animales no entran en el ámbito de lo que los animales no humanos hagan en las interacciones entre ellos durante su vida en libertad. De hecho sería un oxímoron decir que les respetamos y no les causamos daño intencional; mientras se busca «reeducarlos» (domesticarlos), que realmente es explotarlos para un fin (reducir sufrimiento) y quitarles la vida o causarles algún otro daño como la esterilización con dichos fines de reducir sufrimiento, es contrario a los Derechos Morales (protección de sus intereses, voluntad; su estatus mismo de personas).
Si nosotros no intervenimos en la vida de los animales no humanos, no somos responsables de lo que ellos hagan ni hemos provocado un daño adrede. Somos responsables solo de aquello en lo que directamente hemos participado, no de lo que otros sujetos hagan entre sí. Además, los animales no humanos que viven en libertad, no requieren de nuestra tutela, todo lo contrario, requieren que los dejemos vivir sus vidas porque esos son sus propios fines. Los animales no humanos que viven en ambiente silvestre, quieren y pueden ejercer su autonomía sin injerencia humana, dado que carecen de domesticación.
Enfatizo que todo esto no significa que no esté bien ayudar y que si estamos en una situación de ayudar no lo hagamos, claro que no digo eso. Podemos ayudar si estamos en situación de hacerlo, aunque no debe implicar poner nuestra vida ni salud por debajo de la de otros. Tampoco se debe esclavizar/explotar a los sujetos (humanos y no humanos), y el adiestramiento así como el daño intencional (esterilización y exterminio) para buscar reducir sufrimiento son explotación/esclavitud porque se actúa en contra de los intereses fundamentales de los demás animales como es el de la autonomía, que todo esto en realidad se refiere al sufrimiento de los propios utilitaristas al saber que existe sufrimiento en la vida silvestre y en general en cualquier lado, con su cruzada por reducir el sufrimiento sin importarles el respeto a los sujetos como tal, convirtiéndolos en simples herramientas para sus fines.
Al respecto Tom Regan [1] argumenta que los demás animales tienen habilidades para sobrevivir, tanto depredadores como presas (rol que suele ser intercambiado según la especie), por lo que debemos dejarlos que vivan libres de dominación alguna, ya que no es el caso por ejemplo de un niño que no podría sobrevivir sin ayuda de otros; los demás animales tienen las suficientes habilidades para esas disputas entre ellos, sino ni siquiera existirían. Además considera que no existe violación de derechos cuando hay daños entre pacientes morales.
Para el caso de los demás animales, Regan plantea que mostrar respeto hacia ellos sería precisamente dejarlos ser, dejarlos resolver a ellos mismos sus conflictos, por lo que ser paternalistas sería una forma de irrespeto.
En el caso humano, se justifica el paternalismo porque los humanos no necesitamos aprender a cazar, nadar, volar ni a evadir depredadores ni a adquirir ninguna de las habilidades que sí requieren otros animales para sobrevivir. Los demás animales requieren pulir sus habilidades para cazar, para encontrar comida, para huir de depredadores, y otras habilidades necesarias de acuerdo a sus características como individuos. Además de reiterar que no tenemos por qué intervenir en cuestión de una situación de injusticia, ya que entre pacientes morales no hay inmoralidad.
No debemos intervenir en la vida de los animales no humanos que viven en libertad bajo el objetivo de reducir su sufrimiento, ni el sufrimiento en sí es una justificación para cuestiones como la esterilización indiscriminada o por motivos ajenos a la salud de sujetos bajo nuestra tutoría, ni son éticas las modificaciones genéticas para moldearlos a nuestros deseos ni su asesinato ni nada que vulnere su valor moral. El daño que se ocasionen entre animales no humanos no se puede calificar de injusticia, porque no hay moralidad en dichos actos, al ser estos pacientes morales. Se puede hablar de una deber moral prima facie («de antemano» o «a primera vista») expresar nuestro rechazo o realizar alguna acción para ayudar a víctimas de una injusticia, como puede ser hacer activismo, pero el daño que se ocasionen entre pacientes morales que no están bajo nuestra tutela no es nuestro deber intervenir. De hecho, no debemos, como se ha explicado.
Los demás animales que pueden vivir en libertad, son pacientes morales autónomos, como se explica en otro ensayo [3], y por lo tanto respetarlos es dejarlos vivir bajo sus propios términos. El intervenir en sus vidas para que sean como nosotros queremos que sean, por motivo de que nos causa sufrimiento su sufrimiento y muerte, es domesticarlos, es interferir con su evolución y desarrollo por el que pueden ser independientes. No somos sus tutores, somos cohabitantes.
Referencias:
- Derechos animales y ética medioambiental; Tom Regan [1]
- En defensa de los Derechos Animales; Tom Regan [2]
- Diferencias entre pacientes morales humanos y no humanos [3]
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