El principio humanitario: un puente hacia el pragmatismo

¿Por qué somos veganos? Y aún más, ¿qué significa ser vegano? Pues a groso modo podemos decir para la primer pregunta, que somos veganos por respeto hacia los demás animales, al reconocer el valor inherente de dichos seres como sujetos con dignidad; y para la segunda pregunta, diría que ser vegano implica rechazar la explotación animal, y por ende, evitar participar adrede en aquella explotación que está en tus manos evitar.

No tiene vuelta de hoja: o participamos adrede, es decir, pudiendo no hacerlo; o no lo hacemos. Punto.

El activista Gary L. Francione hace referencia a un argumento especial al que la gente no vegana asume o puede asumir por intuición para no infligir sufrimiento (y muerte) «innecesario» a los demás animales. Este argumento se conoce como el principio humanitario [1].

Este principio se fundamenta en dos intuiciones comúnmente aceptadas por casi cualquier no vegano:

  • Bajo ciertas circunstancias de necesidad se prefiere salvaguardar los intereses humanos sobre los de los demás animales.
  • Reconocer en los demás animales cuando menos la capacidad de sufrir, y se considera este como un interés fundamental.

Este principio humanitario está basado como se puede entender, en el sufrimiento, en evitar aquel sufrimiento que se considere innecesario.

Precisamente este enfoque ha sido la base del bienestarismo utilitarista, es decir, el centrado en una preocupación por el sufrimiento de los demás animales en sí, más allá de los beneficios que puede traer a los humanos. Ahora bien, la discusión viene respecto a qué se considera necesario y qué no.

Se refiere a hacer un balance entre el interés de los demás animales en no sufrir versus el interés de los humanos en infligirles sufrimiento. Como se puede deducir, en una sociedad predominantemente antropocentrista, la balanza se carga apabullantemente a favor de causar sufrimiento a los demás animales en beneficio de los humanos. Ante esto se pudiera intentar poner candados usando argumentos como que el placer, costumbre y conveniencia no son criterios razonablemente válidos para infligir sufrimiento a los demás animales.

El mismo Gary L. Francione plantea que un grave problema ante esto es que al considerarse moralmente propiedad a los demás animales (aunque él también se maneja en términos de lo legal, como abogado que es),la balanza casi siempre se cargará a favor de los intereses de los humanos.

Bajo el contexto y por ende la mentalidad no vegana, se interpreta la «necesidad» simplemente como cualquier cosa que el humano necesite así sea simplemente la conveniencia o placer, a pesar de que si utilizamos la razón, todo uso de animales caería en ser injustificado; en la práctica, al considerar moralmente a los demás animales propiedad, no sucede así.

Gary L. Francione no pide que este argumento sea utilizado como tal dentro del activismo, sino que lo pone de ejemplo acerca de la visión que la gente suele tener respecto a su relación con los demás animales, y las contradicciones en que se cae incluso dentro de dicho principio humanitario ejercido por algunos no veganos.

Ahora bien, es notorio que se refiere a sufrimiento y muerte, por lo que ese también sería un inconveniente para utilizar este principio, ya que la explotación animal no necesariamente implica sufrimiento y muerte. Por otra parte, como se explicó, la cuestión de la necesidad puede ser subjetiva ante el ojo no vegano, ya que al no considerar a los demás animales como sujetos con dignidad, así la razón diga que la conveniencia y placer no son excusas razonables siquiera, al no haber un respaldo moral el no vegano sigue actuando por conveniencia.

Entonces, este principio considero no debe ser utilizado como argumento de entrada ni siquiera para que temporalmente los no veganos dejen de explotar animales, porque:

  • Se refiere al sufrimiento, y esto no evita que quien asuma dicho principio evite explotaciones de violencia implícita.
  • Al referirse al sufrimiento es de connotación bienestarista, por lo que no tendría ningún sentido promover dicho principio.
  • Aunque no se refiriera exclusivamente al sufrimiento, al no haber asumido el principio ético del veganismo ni considerar por igual los intereses de los animales humanos y de los humanos, no hay ninguna certeza de que no se considere siquiera a la conveniencia o placer como criterios inválidos para explotar animales.
  • Y aún y que utilizando la razón, no se considerase a la conveniencia ni al placer como causas justificadas para explotar animales, esto no sería por una cuestión ética de considerar a los demás animales sujetos con dignidad, sino sólo porque no se considere necesario para sobrevivir, ignorando el valor inherente de los sujetos no humanos.
  • Es enfocarse en los resultados, y aunque en la práctica es distinto al vegetarianismo o cualquier otro reducetarianismo, no es moralmente distinto a apelar a la salud o alguna otra cuestión antropocéntrica, porque de hecho sigue siendo una cuestión antropocéntrica el considerar a la necesidad como argumento para evitar explotar animales.

Algún defensor de este principio podría alegar que en la práctica somos veganos evitando participar en aquellas explotaciones que no consideramos necesarias para vivir, siendo el 99% de las situaciones esto; pero esto no es preciso, de hecho es erróneo. Una vez que asumes el principio ético del veganismo, no es la no necesidad el criterio para considerar la responsabilidad de un acto donde se participe y obligados por las circunstancias en la explotación animal, sino que por ejemplo sea una participación directa o indirecta en la explotación animal.

Participar directamente es que consumamos sustancias o elementos de origen animal, que avalemos o promovamos su uso, o que nosotros mismos usemos animales no-humanos (buscar u obtener un beneficio directo de ellos, avalemos o promovamos su uso) para satisfacer nuestros deseos o necesidades; por ejemplo, comiendo, vistiendo, experimentando o cualquier otra forma directa de beneficiarnos de ellos o de promover que otros lo hagan. De esto escribo en otro ensayo [4].

Promover este principio es enfocarse en reducir la demanda, y quizás podría pensarse que prepara al no vegano para asumir el veganismo, como si esto fuese un «puente», pero moralmente, fuera de la cuestión pragmática, no es distinto a decirle a la gente que no explote animales por ecología, salud y crueldad. Es simplemente otra modalidad que combina el antropocentrismo (argumento de la necesidad) con el bienestarismo (sufrimiento). Aceptar el principio humanitario como algo ético, equivale a decir que el bienestarismo es algo ético, porque se preocupa por el sufrimiento de los demás animales en sí mismos. Esto es un error grave, al no considerar el valor moral de los demás animales, el cual no se limita a cuestiones utilitaristas como el sufrimiento y el placer.

No evitamos abusar de humanos sólo si esto no se considera necesario, sino porque respetamos el valor inherente de dichos sujetos, no daríamos como argumento que no se abuse de mujeres, niños, ancianos o adultos agentes o pacientes morales humanos sólo si no hay una necesidad real. Entonces apelar a ello para el caso de los demás animales es especismo.

Alegar que dejar de ejercer prácticas de explotación animal equivale necesariamente a la práctica del veganismo es erróneo. El veganismo no es una serie de prácticas o la abstención de ellas, sino un principio ético, como lo mencionó Leslie J. Cross [2]. Entonces, si alguien se abstiene de explotar animales por cuestiones distintas a ser vegano, que es en sí una cuestión de mentalidad, de asumir dicho principio, no está practicando el veganismo, sino solamente evitando participar en cuestiones similares a las que un vegano evitaría participar, pero no sería la práctica del veganismo, así como no diríamos que alguien que no abusa de humanos sólo por miedo a enfermedades de transmisión sexual o de ir a la cárcel, es alguien que practica el respeto por el valor inherente de los humanos. Usar este criterio para creer que se está avanzando con alguien no vegano, es similar a lo que denomino falsa sensación de éxito, que ya traté en un ensayo anterior [3].

En su lugar, se propone utilizar el principio de igualdad, que se refiere a que si existe similitud entre los intereses de animales humanos y los de los animales no humanos, éstos deben ser respetados de igual forma. Este principio incluiría implícitamente que si los humanos en tanto somos seres sintientes, que no debemos ser considerados moralmente propiedad de nadie, dado que somos sujetos y no debemos ser usados como meros medios para fines de otros; así debemos extender esto hacia los demás animales, por ser éstos seres sintientes.

Este principio no se refiere a que los animales humanos y los no humanos tengamos exactamente los mismos intereses ni que sean experimentados de la misma forma (porque de hecho son subjetivos, es decir, cuestión de cada sujeto), sino que existen intereses similares como el de vivir, ser libres, ser felices, conservar la integridad física, tener un hábitat y disfrutar del fruto del trabajo, e independientemente de cómo valoremos esos intereses de manera subjetiva, éstos existen de forma innata (inherente) al ser sujetos, por lo que terceros no tenemos derecho moral a vulnerarlos si no hay una buena razón para ello.

¿Cuál sería una razón que justifique por ejemplo causar daño a otro ser sintiente (humano o no humano)? La defensa propia. Considero que este sería el único argumento razonable y ético en tanto que implica la defensa del propio valor inherente ante el ataque de otro sujeto a dicho valor. Intervenir en la integridad física también sólo sería justificable por ejemplo para salvaguardar la salud y vida del sujeto (bajo la aprobación libre e informada del agente moral o autorización del tutor del paciente moral). Como ya se comentó, ni la costumbre, placer ni conveniencia son excusas razonables para vulnerar el valor inherente de nadie.

Este principio no tiene nada de rebuscado, no es difícil de entender para nadie que tenga nociones de justicia, ni siquiera para alguien que ya asuma el principio humanitario. Éste principio sí es un puente para comprender el veganismo, y aunque no se asuma de inmediato, es nuestro deber moral argumentar con éstas cuestiones como el principio de igualdad y el valor inherente, si queremos que se tome en serio la cuestión del veganismo y los Derechos Animales. La evidencia empírica existente y la cantidad de argumentos derivados de ésta nos dan pauta para poder explicar de manera que cualquiera pueda entenderlo. Ya si alguien no le importa la justicia ni los demás animales, ni siquiera el principio humanitario será asumido por dicha persona.

La única vía ética de educar en una cuestión ética es usando la ética, y el veganismo es una cuestión ética, y sólo una vez asumida se procede a su praxis (prácticas).

  • No estoy en desacuerdo que se informe que no hay necesidad real ni la cuestión práctica, sino en que se use como primer argumento, principal argumento o como medio para que el no vegano deje de explotar animales «mientras» asume el veganismo, sino que esa información se proporcione como complementaria una vez que se ha explicado e idealmente entendido la parte ética (valor inherente de los demás animales).

Referencias:

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