Diferencias entre pacientes morales humanos y no humanos

Los defensores de los animales – dentro de ellos sólo concibo a los abolicionistas de la explotación animal como reales defensores de dichos sujetos y no de otra cosa – solemos esgrimir que los animales de otras especies son el equivalente moral a los casos marginales, y es verdad, son iguales en ciertos aspectos y diferentes en varios otros.

Iguales respecto a la ética

Son iguales en tanto ambos son seres sintientes, lo que significa que tienen conciencia de sí mismos y tienen intereses que para ellos mismos son relevantes, así como emociones y voluntad. Todo esto implica que son personas, por lo tanto los agentes morales tenemos el deber de respetarles, a pesar de que ellos no tienen obligaciones morales, sino que sólo reciben de los agentes morales acciones con carga moral que, los agentes morales deben asumir su responsabilidad sobre dichos actos, dado que cuentan con razonamiento o capacidad moral suficiente para ello.

Los demás animales al igual que los pacientes morales humanos, deben ser considerados dentro de la igual consideración del valor inherente, es decir, aplicar el principio de igualdad en ellos. Dado que tanto las personas de otras especies como las humanas poseen intereses relevantes que se corresponden con sus derechos fundamentales, y tienen intencionalidades así como emociones (incluso sentimientos); no hay razón para aplicar una consideración de respeto distinto en base a la especie, dado que ésta no indica que unos carezcan o posean exclusivamente lo que se ha mencionado anteriormente que implica ser personas.

Así como en el caso de los pacientes morales humanos (casos marginales) no es relevante su nivel de razonamiento, memoria ni ninguna otra cuestión cognitiva aparte de la sintiencia para deducir que tienen valor inherente y por ende son personas y no objetos; así los demás animales deben ser incluidos en la comunidad moral en el respeto a su condición de sujetos, independientemente de qué nivel de capacidades cognitivas tengan aparte de contar con sintiencia.

También coinciden en que al no tener agencia moral, están vulnerables a ser explotados por agentes morales que no adscriben a la ética, debido a que no pueden dar su consentimiento libre e informado para aceptar o rechazar servir a los agentes morales para cuestiones que un agente moral sí podría hacerlo. Un agente moral puede actuar inmoralmente al aprovecharse de la inocencia del paciente moral o someterlo físicamente para hacerlo un mero medio para sus deseos.

Los actos de los pacientes morales no pueden ser imputados, es decir, si un paciente moral explota a otro sujeto, no se le puede imputar responsabilidad moral a dicho sujeto carente de suficiente razonamiento moral. Podríamos decir si esos actos con uso de la fuerza o desagradables, pero no imputables a los sujetos que dañan a otros, debido a la falta de razonamiento moral suficiente mencionado. Es decir, los actos los puede calificar un agente moral como de excesiva fuerza, desagradables, indeseables, pero no de inmorales a los sujetos pacientes morales que llevan a cabo algún daño sobre otros.

Tom Regan considera [1] que un paciente moral no puede violentar los derechos de otros. Considero que en términos morales no pueden violentar derechos porque no estan rompiendo ningún acuerdo o pacto porque no pueden establecerlo, pero en cuestión de actuar con fuerza, causar daño sobre los intereses fundamentales de otros sujetos, obviamente es posible. Los derechos son la protección moral de los intereses, y para considerar que se infringen derechos es necesario ser capaz de conocer de su existencia y la obligatoriedad de no vulnerarlos. Al ser los demás animales pacientes morales sólo pueden usar la fuerza o agresividad para dañar los intereses, que es la cuestión biológica, no los derechos que es la cuestión moral. No pueden ser calificados de inmorales o antiéticos los actos de pacientes morales, así como no pueden ser calificados de éticos sus actos altruistas, ya que no son fruto de una reflexión lógica sobre la ética, sino movidos por sentimientos (empatía, compasión, simpatía, odio, aversión, envidia).

Los agentes morales podemos y debemos decidir en caso de que un paciente moral – si está a nuestro cargo – requiere atención médica, dado que ellos no se encuentran en situación de dar su aprobación o rechazo conscientes de lo que implica éticamente dicho acto, pero dicho acto no implica explotación ya que no es en beneficio de terceros, sino de la salud y vida del propio sujeto respetando su dignidad .

Algunas diferencias

Tom Regan [1] en su libro «En defensa de los derechos animales» aborda algunas diferencias prácticas entre los pacientes morales humanos y los no humanos para cuestionar la intervención en la vida de las personas no humanas, por ejemplo en conflictos entre depredadores y presas. Regan expresa que por ejemplo si un león atacase a un paciente moral humano (un niño, por ejemplo), tendríamos el deber de proteger al niño del ataque del león, porque el niño no tiene competencias o habilidades para sobrevivir por su propia cuenta; en cambio, si la presa del león es otro sujeto no humano, tendríamos que apelar a que dicho sujeto no humano que en ese momento está en el rol de presa, cuenta con habilidades suficientes para sobrevivir, ya que de no ser así, esa especie ni siquiera existiría. Regan lo resume en que en el caso de conflictos entre animales no humanos, hay que dejarlos ser, contrario a lo que plantea para cuando está involucrado un paciente moral humano, donde dejarlos ser no es una opción dada la desventaja en habilidades del paciente moral humano para valerse por sí mismo ante una situación adversa.

No es especismo dado que existen estas diferencias recién mencionadas, y el criterio son sus habilidades para sobrevivir y no la especie en sí misma para tomar una determinación o modo de actuar ni se les está excluyedo de la igual consideración del valor inherente, sino al contrario, respetando su autonomía en el caso de los demás animales; y protegiendo a quienes no pueden sobrevivir por sus propios medios en el caso de casos marginales.

Respecto a esto considero que es un impulso moral ayudar a alquien que vemos va a ser atacado (sea humano o de otra especie), pero sí creo que debemos tomar en cuenta algunos factores para decidir intervenir o no:

  • Coincido con Regan en que los pacientes morales no humanos intrínsecamente cuentan con suficientes habilidades para ingeniárselas en sobrevivir aún y rodeados de peligros de depredadores, sino no existiesen. Tomar una actitud paternalista con ellos sería socavar dichas habilidades haciéndolos dependientes de nuestra intervención y favoreciendo a las especies presas por encima de las depredadoras, además que ese rol comúnmente es alternado, es decir; hay varios sujetos no humanos que en ocasiones son presas de otros y en otras hacen las veces de depredadores, por lo que no habría un criterio objetivo para afirmar que debemos ponderar a un sujeto por encima del otro. Ellos simplemente buscan sobrevivir y modificar eso sería evitar su libre desenvolvimiento, es decir, que vivan bajo sus propios términos. No tenemos ese derecho.
  • Veo justificación para intervenir como lo comenté en un ensayo anterior [2], para el caso en que la persona no humana esté herida o enferma y por ello no esté en condiciones de por sus propios medios enfrentar las vicisitudes que se le planten, previo a que exista ese conflicto o en una situación en que no se esté dando dicho conflicto con otros sujetos.
  • Respecto al punto anterior, no es un deber de ir en busca de sujetos no humanos a quienes auxiliar. De hecho no debemos intervenir en las interacciones entre sujetos no humanos que no están a nuestro cargo, como el caso de animales no humanos que viven por sus propios medios. Intervenir sería paternalista. Intervenir conllevaría hacia la domesticación, obstruyendo el desarrollo de los individuos y su evolución para ser independientes. Estaría justificado (más sigue sin ser un deber moral) si hubiese una situación como un incendio o inundación, uno podría ir en rescate de los sujetos no humanos que fuese posible salvar; pero para el caso de conflictos entre animales no humanos, no debemos hacer una cruzada «antidepredadores», eso no es correcto dado que ni hay un acto inmoral ahí en tanto ambos son pacientes morales, y además desdeñaría el principio de igualdad al priorizar a unos por encima de otros. Atentar contra la integridad física del depredador sería atentar contra sus derechos fundamentales en beneficio de los de otro, por lo que se puede considerar explotación animal, dada la intervención del agente moral. Además se puede considerar domesticar a los depredadores si se les quiere «educar» o incluso a las presas, si asumimos la tutoría de cuanto animal no humano esté libre.
  • Es justificable si el sujeto no humano atacado está bajo nuestra tutela. Esto sí sería independientemente de la especie del paciente moral a nuestro cargo, y es precisamente por ello, porque está bajo nuestra responsabilidad. De nosotros depende dicho sujeto para sobrevivir, dado que se supone lo hemos adoptado porque no cuenta con las habilidades o en un estado suficiente para por sus propios medios tener posibilidades de sobrevivir. Aquí ya no dependería de si el atacante es paciente moral o agente moral, sino que simplemente es nuestra responsabilidad dicho sujeto al ser su tutor.
  • A la inversa respecto al punto anterior, si es el paciente moral a nuestro cargo quien ataca a otros sujetos, es nuestra responsabilidad responder por los actos de dicho sujeto. Si el atacado es paciente moral humano deberíamos proceder como se mencionó anteriormente, evitando en lo posible un daño no justificado para evitar dicho daño; si el otro es paciente moral no humano, podríamos simplemente no intervenir si el otro sujeto no humano no está bajo nuestra tutela ni herido previamente o enfermo, aunque sí es nuestra responsabilidad evitar en lo posible (métodos no violentos) que el paciente moral no humano a nuestro cargo tenga oportunidad de dañar a otros sujetos.

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