Empatía y ética

Ya en un ensayo anterior [1] y en el mismo documento de «No veganismo. ¿Por qué explotamos animales de otras especies?» [2] abordé que los animales humanos y no humanos tenemos la capacidad de ser empáticos con otros sujetos, pero en este ensayo quiero profundizar un poco más sobre su relación con la ética.

Comenzaré por definir y explicar qué es la empatía, para estar en el mismo marco teórico.

Empatía es ponerse mentalmente en el lugar del otro, es decir, suponer en base a la observación qué es lo que el otro podría estar pensando, deseando, qué emociones (alegría, tristeza, etc) y sentimientos (amor, odio, etc) puede tener y en general pensar si eso que le sucede lo aceptaríamos o no para nosotros mismos.

Es una cuestión que implica un razonamiento muy básico de deducción de lo que el otro siente, combinado con las emociones que pueden llegarse a sentir debido a dicho ejercicio mental de ponerse «en el lugar del otro». Es el punto de partida para que pueda haber un razonamiento y acciones morales.

Entonces, la empatía tiene un componente racional y uno emocional [5]. Se requieren de ambos para poder tener un marco que pueda utilizar el razonamiento moral propiamente. Si se carece de la pare emocional, aunque se comprenda que el otro tiene intereses fundamentales para sí mismo, no habría un «freno» para hacer que alguien en base a su razonamiento, este le haga sentirse responsable por causar daño o abusar de otros o comprometido con ser justo, ya que no tiene ningún sentimiento en relación a ello, a pesar de poder usar la lógica para deducir que los demás tienen intereses, emociones y voluntad. Es el caso de algunos transtornos de la personalidad y enfermedades mentales.

La empatía es una capacidad innata de al menos varios seres sintientes. Esta se va desarrollando conforme se convive o conoce a otros sujetos y se va creando una afinidad con ellos. De la simpatía y compasión [1] podría pasarse a la empatía, pero no necesariamente, ya que se podría uno quedar en la mera simpatía y compasión si no se llega a razonar qué es lo que siente ese otro sujeto (deseos, emociones, sentimientos, voluntades) y por qué eso es relevante para cuestiones morales.

La empatía requiere tener una concepción de sí mismo, para en base a ello imaginar y razonar qué podrían sentir otros que un sujeto pueda identificar como un «otro». Uno puede deducir que alguien desea actuar libremente, que quiere evitar el daño y que se siente alegre o triste, e imaginar qué sería si nosotros estuviésemos en dicha situación. Como mencioné en el ensayo anterior [1] a que hice referencia en un inicio, la empatía no es lo mismo que la compasión, fundamentalmente porque la compasión tiene implicaciones relacionadas al sufrimiento meramente, a sufrir por lo que le sucede al otro, pero no necesariamente lo lleva a pensar en el otro como un sujeto con intereses más allá del bienestar, sino que puede ser más por incomodidad propia o solamente preocuparse por aliviar el sufrimiento del otro, mas ello no implica que le considere un sujeto merecedor del derecho básico y absoluto a no ser propiedad.

De hecho la empatía tendría la parte de la compasión en no sólo comprender sino sentir el sufrimiento del otro poniéndose en su lugar, más el entendimiento o imaginar el resto de experiencias mentales de otros, como puede ser la inspiración, la esperanza, el deseo, el coraje, la envidia, etc. Hay quienes creen que la diferencia entre la compasión y la empatía es que una conlleva a la acción y la otra no, pero cualquiera de las dos puede llevar o no a la acción, la diferencia como ya se mencionó, es que la compasión se enfoca en el sufrimiento meramente, en buscar aliviarlo porque se comparte dicho sentimiento; y la empatía abarcaría más aspectos de entendimiento de otros sujetos, y podría deducir una injusticia aún y sin ver un sufrimiento evidente en otros, por ejemplo si ve que alguien es timado (engañado), puede ponerse en el lugar de la víctima y tener un deseo de justicia, por ejemplo informando a la víctima del engaño de que ha sido presa y/o defendiéndole ante el timador. En el caso de los demás animales, un humano puede ponerse en el lugar de un ave enjaulada, que sin ver muestras de sufrimiento, puede suponer que su interés innato es ser libre, y entonces entender que lo justo sería que no estuviera enjaulada ni siendo explotada. La compasión no basada en la lástima como algo egoísta para aliviar el propio sufrimiento, sino en padecer con el otro porque se entiende el sufrimiento de ese otro, es útil para contextos donde no implica explotación, sino ayuda, como la solidaridad, donde se busque aliviar el sufrimiento de gente que por ejemplo pasa hambre, personas enfermas, quienes padecen un duelo, etc. Dicha compasión puede traducirse en algún momento en empatía si el sujeto comienza a vislumbrar a los afectados por tal situación desfavorable, en un ámbito más completo, por ejemplo suponiendo su deseo de vivir, de ser independientes, incluso de incomodidad por no querer ser vistos con lástima por los demás, etc.

Aún y con todo esto que he mencionado, la empatía en sí misma no es la ética, sino unca capacidad biológica que nos permitiría o facilitaría entenderla si somos agentes morales. Puede ser un impulso moral para razonar al respecto. Puede darnos una «luz» sobre lo que sería el principio de igualdad, podríamos deducir ello en base a extender nuestra empatía a todos los seres sintientes, aplicando el razonamiento lógico. Para que sea una cuestión ética, seguido de la empatía se requiere asumir el principio de igualdad y la noción de derechos morales, lo que implica que no se dependa de que sea una empatía de ocasión, sino que a través del tiempo se esté consciente de que todos los seres sintientes tienen nuestros mismos interéses básicos y su propia voluntad.

Los demás animales, a pesar de poder tener ambos aspectos de la empatía (razonamiento básico y emociones empáticas), no hay evidencia de que dicha empatía les permita comprender nociones como por ejemplo los derechos morales, y que por ello eviten usar a otros sujetos bajo cualquier circunstancia.

Dado que la sintiencia, y de ello las experiencias mentales que derivan de ella, son cuestiones subjetivas, no podemos saber exactamente qué sienten otros, inclusive de nuestra propia especie. La empatía puede estar sesgada por cuestiones como la mayor afinidad o simpatía (ya sea en su acepción en relación a que nos «caiga bien» o en un impulso de ayudar por satisfacer sus intereses) por unos sujetos que por otros, y como explicaré más adelante, otros factores internos y externos del sujeto que puede tener empatía.

La empatía es un impulso o puente para por medio del razonamiento llegar hacia el respeto por todos los sujetos, si va acompañado de la cuestión de seguir el sentido de justicia y el principio de igualdad en el valor inherente. Si tenemos empatía y sentido de justicia de forma natural, esto nos puede llevar a ser equitativos con otros (al menos llevarlo más allá de los que son exactamente como nosotros), aunque para poder entender principios éticos como el de igualdad basado en el respeto al valor inherente y la cuestión de los derechos morales sí se requiere razonamiento o capacidad moral suficiente para ello.

La empatía sería el sentimiento que influya en nuestra voluntad para sentir la necesidad de realizar un acto correcto mediante nuestro razonamiento moral, o abstenernos de hacer un acto moralmente incorrecto.

El sentido de justicia puede ser muy básico en algunos casos, guiándose por una noción de que se está recibiendo algo menos o una actitud altruista, o ser más abstracto cuando se comprenden conceptos sobre ética. El sentido de justicia procede de la empatía.

Este sentido de justicia lo tenemos los animales humanos y se cree también varios animales no humanos [3], aunque no se sabe si hay animales no humanos que comprenden o pueden comprender el principio de igualdad en el valor inherente y otras cuestiones relacionadas a la ética, ya que podrían tener dicha noción de justicia solamente basados en la empatía por quienes sienten afinidad (simpatía).

No sabemos tampoco si hay animales no humanos que puedan por ejemplo siendo mamíferos, tener empatía por insectos u otros animales que se aprecian morfológicamente muy distantes a ellos, y en base a ello tener un sentido de justicia hacia ellos también.

Mark Rowlands [4] plantea que los demás animales tienen emociones que contienen carga moral, mas no implica que haya una reflexión acerca de si dicho acto es correcto o incorrecto.

Por ello, la empatía, aunque es una capacidad que tenemos muchos animales humanos y no humanos, esta se puede ver difuminada por emociones y sentimientos negativos como por ejemplo la aversión o repulsión. También el adoctrinamiento, es decir, la cultura puede menguar la empatía que de otra forma seguiría un curso natural más allá de la propia especie. Ante esto, los agentes morales tenemos la obligación de actuar de forma justa, así sea en contra de nuestros sentimientos, dogmas y emociones. Esta obligación hasta el momento no hay evidencia de que se deba extender a animales de otras especies al no estar comprobado que estos estén siempre en condiciones de controlar sus emociones para actuar bajo un razonamiento ético (son por tanto, pacientes morales).

En resumen, la empatía es el impulso moral, que mediante el razonamiento moral, podemos llegar a la ética (y por ende a ser veganos), mas se requiere actuar con justicia y seguir el principio de igualdad extendido a todo ser sintiente, que si bien van muy de la mano con la empatía, pueden no manifestarse si el sujeto decide no guiarse por la ética racional, sino por sus impulsos y creencias irracionales; es decir, para ser ético, para que sea una relación respetuosa con los demás, no es suficiente la empatía, sino que debe ir combinada con el razonamiento moral, para que la empatía no se vea sesgada por la especie o mayor afinidad con ciertos sujetos, sino guiada por el principio de igual consideración del valor inherente. Hasta el momento sólo tenemos la obligación moral de actuar éticamente los humanos con capacidad cognitiva suficiente para hacernos responsables de nuestros actos (agentes morales), y esto implica no explotar a los demás animales, como el mínimo exigible respecto a nuestra relación con ellos.

La empatía puede facilitar la predisposición a razonar moralmente, pero incluso puede ser al revés; que el razonamiento moral nos lleve a tener empatía por quienes son distintos a nosotros.

La empatía está ahí, como capacidad innata, pero depende del sujeto y su entorno desarrollarla o apaciguarla, y de ello dependerá si irá en un camino hacia el respeto por los demás sujetos o no.

Referencias:

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