El utilitarismo se fundamenta en falacias

El utilitarismo es una teoría acerca de la moral del tipo consecuencialista, lo que significa que evalúa las acciones según sus consecuencias, y a su vez es hedonista, es decir, que asocia a la felicidad como algo intrínsecamente bueno y al sufrimiento como intrínsecamente malo.

Tiene como elemento de práctica al bienestarismo y ha sido aplicado en la cuestión animalista en forma de regulación de la explotación animal, por medio de leyes de bienestar animal, prohibiciones (implícitamente bienestaristas dado que se enfocan en aquellos usos que implican sufrimiento evidente o muerte), y en la idea de que lo que se les debe a los demás animales es bienestar y no el dejar de usarlos. Este bienestarismo puede ser utilitarista (en concordancia con la teoría moral de la que nace) o antropocentrista (bienestar únicamente por beneficios hacia el animal humano).

Al ser el bienestarismo la aplicación de este, está fundamentado en las máximas de la teoría acerca de la moral a la que pertenece, por lo que los argumentos que se usan para intentar justificarlo son los mismos que para el caso del utilitarismo propiamente. Las siguientes afirmaciones se dirigen a cuestionar al utilitarismo, aunque al ser el bienestarismo parte de este, aplican igualmente.

Petición de principio

El utilitarismo, y su praxis, el bienestarismo, están asentados sobre falacias de petición de principio, como:

«Lo que importa es el sufrimiento y la felicidad, porque el sufrimiento es malo y la felicidad es buena en sí misma (intrínsecamente)».

«El fin justifica los medios».

«Lo importante son las consecuencias. La mayor felicidad para el mayor número de individuos».

El bienestarismo utiliza axiomas como los mencionados, los cuales se aceptan por sus simpatizantes así sin más, como el hecho de decir que «lo importante es reducir el sufrimiento» y «aumentar la felicidad», sin explicar de forma sólida por qué esto es así, cayendo en una argumentación circular volviendo a la premisa que a la vez se usa como conclusión, acerca de que hay que eliminar el sufrimiento porque este es malo intrínsecamente.

La forma en que esta falacia bienestarista podría describirse simbólicamente sería algo como lo siguiente:

El sufrimiento es algo malo intrínsecamente, por ello hay que erradicarlo. (S es malo porque S).
Hay que erradicar el sufrimiento, porque el sufrimiento es algo malo intrínsecamente. (S hay que erradicarlo porque S).

O su complemento:

La felicidad es algo bueno intrínsecamente, por ello hay que aumentarla lo más posible. (A es bueno porque A).
Hay que promover aquellos actos que causen más felicidad, porque la felicidad es algo bueno intrínsecamente. (Hay que promover B porque B)

Se da por «evidente» que así debe ser, que debemos evitar el sufrimiento a toda costa, incluso explotando a otros para un «bien mayor» que se corresponde según esta teoría con acumular más felicidad que sufrimiento en la vida de la mayoría posible.

Lo de que «el fin justifica los medios» es una mera aseveración infundada. No se demuestra por qué la evaluación de los medios depende del objetivo. Por ejemplo, matar a alguien para quitarle el dinero para salvar la vida de otros sujetos, no nos dice nada acerca de la justificación de matar a alguien para beneficiar a otros. No se explica razonablemente por qué tendría valor moral la «suma» de sufrimientos y placeres de sujetos, que otros en menor cantidad, sino que es a través de utilizar la figura abstracta del «bien mayor» como un ente contenedor de la felicidad o sufrimiento al cual hay que balancear hacia el lado de la felicidad lo más posible. No ven en los sujetos valor moral en sí mismos, sino como meros portadores de sufrimiento y placer a los cuales se les puede usar en pro del «bien de la mayoría» haciendo cálculos como si los individuos fuesen meros números y no personas a las que les importa su vida independientemente de si usarles le beneficia a otros o no.

«Toda supresión de intereses implica sufrimiento.»

Bajo esta premisa y conclusión se pretende defender que la ética gira en torno a la satisfacción de intereses, y no en respetar al sujeto por ser este un ser con valor inherente. Esto da entrada a que se avalen cuestiones como la «carne in vitro» [1] y que se diga que asesinar a alguien está mal porque le causa sufrimiento la supresión de dicho interes.

El sufrimiento es una cuestión subjetiva, por tanto nadie más que el sujeto puede saber si está sufriendo o no en una situación dada, si el sujeto no hace evidente dicho sufrimiento. Alegar que siempre implica sufrimiento la frustración o supresión de intereses sin poder demostrarlo empíricamente siquiera, es meramente una afirmación lanzada al aire. Además esta afirmación tiene connotación bienestarista, para reforzar la idea de que el problema de la explotación animal es el sufrimiento.

Esta última frase es promulgada por quienes adscriben al utilitarismo de preferencias [2]. Es común que los sensocentristas adscriban a esto. Los sensocentristas son bienestaristas, aunque no todos los bienestaristas son sensocentristas.

Por ejemplo, se pueden satisfacer intereses como el deseo sexual y vivir, pero a pesar de todo ello explotarlo, mediante abusar de su inocencia, asesinarlo sin que haya percibido sufrimiento (por ejemplo sedándolo hasta la muerte), y cualquier otra situación donde no manifieste sufrimiento de forma evidente el sujeto.

Falacia naturalista

Las teorías teleológicas, es decir, aquellas que juzgab lo correcto o bueno en función de los fines o fin perseguido, son naturalistas, ya que parten de hechos como si fueran axiomas, por lo que a partird de dichos hechos, pretenden establecer normas morales.

Un ejemplo es que del mero hecho de tener la capacidad de sentir placer, se deduce en el utilitarismo (y cualquier consecuencialismo) que de ahí podemos establecer que lo bueno o correcto sea aquello que traiga mayor placer que sufrimiento.

No es razonable a partir de meros hechos, establecer algún tipo de normal moral sin recurrir a la lógica, y de hecho es contrario a la ética misma eliminar a la lógica de la evaluación de los actos partiendo simplemente de los hechos.

El error fundamental de esta falacia es que parte de «lo que es», y a partir de ahí pretende derivar «el deber ser».

Igualdad en el sufrimiento, sin respeto de por medio

«Todos cuentan por uno; nadie por más de uno».

[3]

Se refiere a que la felicidad/bienestar de uno, si es de la misma intensidad, cuenta tanto como la felicidad de cualquier otro que contenga (como receptor) esa misma intensidad de felicidad. Sin embargo, esto en la misma teoría utilitarista, tanto la clásica de Jeremy Bentham y Stuart Mill, como en el «utilitarismo de preferencias» de Peter Singer [2], se subordina al «bien mayor», es decir, es verdad que acepta que la felicidad (más bien, la intensidad de la misma, según cálculos subjetivos) de un solo individuo vale tanto como la felicidad («de la misma intensidad») de cualquier otro, independientemente de sus características como sexo, color u otra cuestión, pero no vale lo mismo que las «felicidades sumadas». El problema aquí es la interpretación que se da sobre el principio de igualdad, ya que primero, se enfoca a que el sufrimiento/felicidad son los criterios alrededor de los que se ha de considerar la igualdad, no la igualdad de ser el mismo interés ni la igualdad en el valor inherente (el cual no se le reconoce al sujeto en el utilitarismo), sino la igualdad de intensidad de sufrimiento/placer aportado y portado; de ahí se deriva la cuestión de que las acciones son evaluadas no en función de un respeto por la dignidad de los sujetos, sino de si bajo ciertas circunstancias o por características cognitivas los sujetos son capaces de sufrir más o menos, de tener mayor o menos placer, y no de la evaluación de las acciones mismas sobre los sujetos.

Incluso puede haber conflicto de intereses (literalmente). Si las preferencias o intereses o felicidad de otros (una mayoría) se considera mayor que la de menos individuos, entonces ese individuo o individuos serían suceptibles de ser usados como mero medio para satisfacer la felicidad de todos y cada uno que conformen una mayoría.

Si tomásemos en serio el axioma (erróneo) mencionado entrecomillado, tomando al sufrimiento/felicidad como criterios, tal como lo hace el utilitarismo, este caería en una falacia de composición, es decir, de asegurar que un conjunto le aplica sus propiedades a todos sus elementos, pero en realidad no es así, como ya se explicó y como se verá en el siguiente párrafo, debido a que no se refiere a los sujetos en sí, sino a la intensidad de su felicidad/sufrimiento.

Si por ejemplo mediante el sensocentrismo [4][5] se apela a que hay «niveles de sintiencia», entonces se puede considerar que unos sujetos pueden contener mayor felicidad que otros, y así cumplir una máxima del utilitarismo que es aumentar la felicidad, y no contravendría este axioma de que la felicidad (de la misma intensidad) de uno vale lo mismo que la de otro. No toma en cuenta al sexo, color de piel e ir más allá de la especie; aunque sí otras capacidades cognitivas como la inteligencia y la memoria. Es el «principio de igualdad» pervertido por el utilitarismo.

En esta teoría no existen derechos morales, por tanto los sujetos son súbditos de lo que este dogma de buscar a toda costa la felicidad en todos los individuos posibles que se pueda lograr, aún y que esto vaya en detrimento de quienes tengan que ser instrumentalizados. No se reconoce valor intrínseco o inherente o dignidad en los sujetos, sino que se le asigna erróneamente valor moral a la felicidad, como algo que tiene valor en sí misma. Es decir, se ve a la felicidad como si fuese un ente que merece ser alimentado con la felicidad que cada individuo pueda aportar, y que hay que restarle sufrimiento a dicho ente para lograr un mundo más feliz, no así más justo. El concepto de justicia no tiene cabida en el utilitarismo, al menos no de forma congruente con lo que representa dicho concepto en la ética.

En esencia esta teoría acerca de la moral, además de fundamentarse en peticiones de principio, es en sí una falacia de apelación a la misericordia, pretendiendo hacer creer que sus argumentos son sólidos porque lo bueno es ser compasivo con los demás, evitar su sufrimiento y no el ser respetuosos con su calidad de sujeto que merece vivir su propia vida y que este tiene derechos inalienables que por tanto no deben ser vulnerados así esto representase un beneficio para otros. El utilitarismo, su praxis (bienestarismo) y sus flancos como el sensocentrismo, se basan en lo mismo que cualquier falacia: apelación a las emociones, engaño y argucias psicológicas.

De estos preceptos se derivan frases que caen en peticiones de principio y son repetidas por adeptos a esta teoría moral, por ejemplo:

«No existe explotación animal sin sufrimiento».

«Los animales sufren aquí y ahora. Apoya ‘X’ campaña de bienestar animal porque esto ayuda a los animales».

Solo para responder brevemente estos ejemplos, remitiré a ver las lecturas recomendadas, pero se puede refutar que: el problema no es el sufrimiento, sino la instrumentalización, el reducir a los sujetos a la calidad de objetos al acudir al engaño y la imposición; y como se mencionó anteriormente, el sufrimiento es algo subjetivo, y si no es evidente no podemos asegurar que este existe en cualquier circunstancia, incluso bajo explotación.

La segunda frase es una mera apelación a los sentimientos, ya que los demás animales no están en esa situación porque no se apoyen esas campañas sino porque no se ha educado a la suficiente población sobre veganismo; y además, ayudar a los demás animales es rechazando la explotación animal y realizando activismo educacional con el veganismo como base. Es apelación a los sentimientos debido a que realmente quienes dicen esas frases son quienes quieren aliviar su propio sufrimiento al ver reducido el mismo en la explotación animal, y quieren transmitir dicho sufrimiento a los demás para que avalen sus iniciativas de políticas o postura de Bienestar Animal.

Otras frases o afirmaciones similares pueden derivarse del bienestarismo y del utilitarismo propiamente, pero en general la refutación sería en torno a lo que ya se ha plasmado en este escrito.

Referencias:

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