La trampa del relativismo cultural

Parto aclarando que no estoy en contra y por el contrario me parece bien que exista diversidad cultural, de ideas y en general la diversidad cuando esta no afecta los derechos morales de nadie. No tiene nada de malo y sí de hermoso que existan diversas costumbres gastronómicas, idiomas, bailes, música, pintura, y en general culturas diversas, pero el que exista diversidad no justifica que en nombre de la diversidad nos abstengamos de usar el razonamiento y no juzguemos a los actos e ideas de las personas.

Lo primero señalado es el denominado relativismo cultural, pero de ahí se desprenden deducciones sobre la moral, en lo que se denomina relativismo moral o relativismo normativo.

El relativismo moral va de que las culturas, sus creencias y costumbres no pueden ser juzgadas de buenas o malas, sino que varia entre culturas y todas son válidas. La relación entre relativismo cultural y el moral, es que el segundo se desprende del primero cuando no se acepta a la ética como basada en la razón sino en las meras costumbres o consenso social.

Estoy de hecho, en favor de romper con lo dado por sentado, de creer que hay que aceptar las cosas así como están sin más, sin embargo, al mismo tiempo creo que tenemos que tener una base fundamentada en el razonamiento lógico y evidencias contrastables para tener una guía de cómo actuar, y esta viene de nosotros mismos, de nuestro intelecto, no impuesto desde fuera, sino que proviene dentro de nosotros mismos. Nosotros aceptamos o rechazamos ideas y acciones porque nuestro razonamiento nos indica qué es factible, qué es justo, qué es equitativo, qué es respetuoso, qué es ético.

La fe lo es tanto si se cree que todo es absoluto porque sí, como si se cree que todo es relativo porque sí. La cuestión no es si se es absoluto o relativo porque se nos ocurre sin bases en nada más que aplicar un dogma de que «todo es relativo y nada es absoluto», sino qué es relativo y por qué; y qué es aboluto y por qué, y en caso de que algo pueda dejar de considerarse absoluto, tendría que provenir de un contraste de ideas y evidencias; así mismo, lo que se considere que no es relativo sino absoluto, tendría que pasar por el mismo escrutinio, y no meramente basado en una actitud dogmática de que así es porque sí: relativo o absoluto.

Decir que no hay valores universales no es distinto de decir que no existen los valores compartidos en ninguna sociedad, sino que es son lo que a cada quien se le ocurra. Si la verdad existe en la naturaleza misma, en el mundo, en el universo, entonces es independiente de lo que a cada cual se le ocurra meramente de forma espontánea, sin un análisis de datos, hechos y sin exponer argumentos al escrutinio. Otra cosa es que nuestras aproximaciones a esa verdad puedan ser imperfectas, pero los postulados sólo se sostienen en tanto no haya evidencias que lo contrapongan. Ahora, la verdad que pudiera estar más difusa es respecto a fenómenos que escapan a nuestros conocimientos, pero no a los hechos tangibles como lo son los intereses intrínsecos, las emociones y la voluntad que tenemos los seres sintientes por el hecho de ser personas. Nosotros de forma empírica sabemos qué se siente querer vivir, ser libre, buscar la felicidad y evitar el daño, y que nuestra voluntad sea respetada, así nuestra forma de percibir pueda ser distinta a la de los demás, tenemos estas características y podemos deducir que los demás en tanto son seres sintientes, tienen estas experiencias personales, individuales o subjetivas.

En lo que respecta a la ética, viene de dentro de nosotros mismos, no de algo externo, lo que respecta a entender qué es correcto y qué es incorrecto en base a evaluar si un acto estaría correcto o no de acuerdo a si a nosotros mismos estaría bien que nos lo hicieran o no. La empatía nos sirve de punto de partida para comprender que aquello que no nos parecería correcto nos hicieran a nosotros u a cualquier otro ser sintiente, entonces tampoco está bien hacerlo a los demás (principio de igualdad). La ética no es exactamente lo mismo que investigar si existe vida en otros planetas, si la materia está formada de cuerdas u otras cuestiones con que tenemos pocos indicios, sino que la ética se basa en razones que nosotros mismos podemos entender por seres sintientes (agentes morales) y esta proviene de nuestras experiencias mismas, que, si por ejemplo, nuestra vida y libertad intrísecamente o de forma innata nos interesan, no hay razón para creer que no sean intereses relevantes para otros que como nosotros, cuentan con un sistema nervioso funcional, y por tanto tienen el mismo interés, es decir, en vivir y ser libre. Es como si por tener ojos y vista, y esto lo vivimos nosotros mismos como una experiencia personal, no habría argumentos sólidos para suponer que otra persona (humana o no-humana) no tenga experiencias similares y aprecie el tener ojos y vista. Es una cuestión de lógica elemental.

No es un constructo social el sentir, sino un hecho empírico. Querer ser libre, vivir, evitar el daño, buscar ser feliz, disfrutar el fruto del esfuerzo propio y tener donde estar no es algo que se nos enseñe, no es algo cultural, es algo innato, es decir, intrínseco al hecho de tener sintiencia, de ser sujetos o personas. Las cosas no tienen deseos, emociones o sentimientos ni voluntad. No es una cuestión impuesta por religiones ni por Estados ni por la sociedad misma el tener estas caraterísticas que son hechos biológicos, y que de ellos se deduzca que si tenemos dichos intereses, emociones e intenciones, entonces merecemos respeto por contar con estas experiencias mentales.

Bajo la excusa del relativismo cultural, trasladado a la moral, se postulan acciones en contra de sujetos amparados en que los actos e ideas no pueden ser juzgadas de buenas o malas, de inmorales o éticas, por el hecho dogmático de «respetar las culturas» así estos actos e ideas vulneren los intereses y la voluntad de sujetos. Si tomamos en serio o como parámetro ético al relativismo moral, entonces se abre la puerta para cuestiones como la esclavitud humana, la explotación de sujetos como el caso de la explotación animal, donde cada cual se inventaría su propio código de conducta o se escudaría en que como en su cultura es bien visto explotar animales, entonces no es incorrecto hacerlo, así como se escudaría alguien que en su tribu sea bien visto tener relaciones sexuales con pacientes morales, dado que bajo el relativismo moral no deberíamos cuestionar dichos actos porque son propios de su cultura.

Explotar animales está mal porque ellos al igual que nosotros son seres sintientes, y aunque las experiencias son personales, por medio de evidencia empírica podemos entender que en tanto sienten, tienen un sistema nervioso funcional, y por tanto les interesa su propia vida, libertad y bienestar, entonces no hay razón para excluirlos de la comunidad moral y por tanto reconocerles y respetar su valor inherente, es decir, el hecho de que por ser sintientes valoran su propia existencia. El deducir que este es un valor autoasignado, no es cuestión de convenciones sociales ni de religiones ni de Estados, sino algo que nosotros comprobamos en nosotros mismos: es un hecho empírico, reitero. No es algo impuesto desde fuera.

Para que una sociedad humana funcione, tiene que haber valores en el respeto, como decir la verdad, respetar la vida de sus miembros, por ejemplo, sino esa sociedad no podría existir [1], ya que dejarían de creer unos en otros, y el asesinato sería algo que acabaría con la vida de dicha sociedad, si no se apreciara en nada la vida. Lo que hay son variaciones culturales, pero los valores son universales, mas la manera en que cada cultura «administra» o interpreta esos valores podría variar, pero en toda cultura no se mata porque sí a nadie ni se toma la mentira como algo aceptable en cualquier circunstancia, de lo contrario dicha sociedad sería inviable. Pero tampoco hay que caer en la trampa de que las acciones e ideas tengan como finalidad la sobrevivencia de las sociedades, porque sea caería en utilitarismo, sino que cuestiones como el asesinato, robo, mentira, violación, etc; son moralmente juzgables porque afectan a los sujetos a quienes van dirigidas dichas acciones, independientemente de si son benéficas o no para la sociedad en conjunto.

Por lo tanto, considero que una cosa es la tolerancia a las ideas y culturas distintas, pero la tolerancia no incluye el no decir o pensar nada respecto a si son correctos o incorrectos los actos que vulneran los derechos fundamentales de las personas. Nadie de manera inherente desea ser asesinado ni mutilado ni que le mientan, sino que si hablamos de imposiciones, la cultura y la sociedad imponen en el individuo ciertas costumbres, algunas muy loables; otras no.

Utilizar el relativismo cultural como criterio para cuestinones morales (relativismo cultural), cae en falacia ad populum y en falacia naturalista, es decir, en que se base la «ética» en lo que la mayoría considere correcto o incorrecto y/o que lo correcto o incorrecto sea determinado meramente por lo que sucede, por lo que es común o «natural», «ordinario», por lo que es, y no por lo que debería ser.

Un concepto que va muy de la mano con el relativismo moral es el «subjetivismo ético» [1], el cual postula que nuestra idea de lo correcto o incorrecto se basa en nuestro sentimientos y nada más. Esto es falso por al menos las siguientes cuestiones planteadas por Rachels:

  • Si esto fuese cierto, significaría que lo que digamos convencidos es verdad («cada uno tiene su verdad»), entonces consideraríamos que somos seres infalibles.
  • Significaría que nadie está en desacuerdo, dado que la verdad sería subjetiva. Por ejemplo, si alguien piensa que matar es incorrecto, pero otro piensa que es correcto (bajo cualquier circunstancia), y ambos reconocen que cada cual tiene su propia verdad y por tanto no pueden criticarse, entonces se deduciría que ambos están de acuerdo, cosa que es lógicamente errónea, ya que ambos mantienen una postura distinta respecto a las acciones e ideas. Ambos tienen una idea distinta respecto a la moralidad de asesinar.

La ética racional, por provenir del razonamiento lógico del individuo, y no dependiente de la cultura, no es por tanto una imposición, sino una asunción, algo que asume el individuo luego de analizar las acciones e ideas propias y de los demás, y en base a los hechos empíricos reconoce lo que es correcto e incorrecto y por ello se responsabiliza de sus actos, de lo contrario ni siquiera tendría sentido hablar de la existencia de la ética ni de agentes ni pacientes morales, ya que cada cual podría hacer lo que fuere sin que se le pudiese juzgar sus actos e ideas de éticos o no éticos.

Explotar animales por ejemplo, es moralmente incorrecto porque vulnera los derechos morales o fundamentales de los demás animales, y así en nuestra cultura sea aceptado socialmente, eso no justifica relacionarnos con sujetos como si fuesen objetos. Es injusto, no es ético.

Referencias:

  • Introducción a la filosofía moral; James Rachels [1]

2 respuestas a “La trampa del relativismo cultural”

  1. […] El antropocentrismo y sus falacias, Falacias más comúnmente esgrimidas contra el veganismo, La trampa del relativismo cultural. También recomiendo leer los puntos que señalé de la “Guía del activista vegano“. Y […]

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  2. […] El antropocentrismo y sus falacias, Falacias más comúnmente esgrimidas contra el veganismo, La trampa del relativismo cultural. También recomiendo leer los puntos que señalé de la «Guía del activista vegano«. Y muy útil […]

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